El pasado 30 de enero de 2025, un trágico incidente aéreo tuvo lugar cerca del Aeropuerto Nacional Ronald Reagan de Washington D.C., cuando un vuelo regional de American Airlines, el American Eagle Flight 5342, colisionó con un helicóptero militar Black Hawk. La aeronave se dirigía desde Wichita, Kansas, y pocos momentos antes del accidente estaba en la fase de aproximación para aterrizar.
El CEO de American Airlines, Robert Isom, confirmó en una conferencia de prensa que el vuelo estaba siguiendo una trayectoria estándar al momento de la colisión. Según los detalles proporcionados, el accidente ocurrió alrededor de las 9 p.m. y se teme que no haya sobrevivientes entre los 64 ocupantes del vuelo, que incluía a patinadores artísticos de élite y sus entrenadores, quienes regresaban de un campamento de entrenamiento.
Investigación en curso
Isom expresó su pesar por la tragedia, destacando el compromiso de la compañía en apoyar a las familias de los involucrados. «Estamos absolutamente destrozados por las familias y seres queridos de los pasajeros y miembros de la tripulación, así como por aquellos que estaban en la aeronave militar», declaró el CEO. Además, el Departamento de Transporte de EE.UU. enfatizó que no es común que se produzcan colisiones aéreas, aunque se aclaró que el tráfico aéreo en la zona de D.C. puede ser complejo y requiere una coordinación meticulosa entre las diferentes ramas del servicio aéreo.
Las autoridades han indicado que la Junta Nacional de Seguridad en el Transporte (NTSB) será la encargada de la investigación, y se espera que proporcione información detallada a medida que se avance en el esclarecimiento de las circunstancias que llevaron a este lamentable suceso. Isom también hizo un llamado a los familiares de los pasajeros para que se comuniquen con una línea de ayuda habilitada por la aerolínea para obtener información sobre sus seres queridos.
Este accidente, que ha conmocionado a la comunidad, pone de manifiesto la importancia de la seguridad aérea y la necesidad de protocolos robustos que garanticen la protección de los pasajeros en un espacio aéreo que, aunque regulado, puede presentar desafíos únicos, especialmente en áreas de alta densidad de tráfico como la capital estadounidense.