La conexión entre estrellas jóvenes y agujeros negros supermasivos
A primera vista, puede parecer que las estrellas jóvenes y los agujeros negros supermasivos tienen muy poco en común. Las estrellas jóvenes, conocidas como «protostrellas», aún no han acumulado suficiente masa para iniciar la fusión nuclear del hidrógeno en helio en sus núcleos, un proceso que define a las estrellas de la secuencia principal. En contraste, los agujeros negros supermasivos poseen masas equivalentes a millones, e incluso miles de millones, de soles concentrados en un espacio que no supera unos pocos miles de millones de millas. Para poner esto en perspectiva, se estima que el sistema solar tiene un diámetro de aproximadamente 18.6 billones de millas.
Sin embargo, tanto las protostrellas como los agujeros negros supermasivos comparten al menos un aspecto en común: ambos lanzan chorros astrofísicos a alta velocidad desde sus polos mientras acumulan masa para aumentar su tamaño. Un reciente estudio sugiere que el mecanismo que genera estos chorros puede ser el mismo para estos objetos, que se encuentran en extremos opuestos del espectro astrofísico. El equipo de investigación llegó a esta conclusión tras detectar un campo magnético en forma de hélice dentro de un chorro protostelar denominado HH 80-81, el cual es el chorro protostelar más rápido observado hasta la fecha.
El chorro HH 80-81 se origina en una estrella situada en el corazón de una nube natal de gas y polvo llamada IRAS 18162-204, que se encuentra a unos 5,540 años luz de la Tierra. Las estructuras magnéticas en estos chorros observados son similares a las que se han registrado en los chorros que emergen de agujeros negros supermasivos. Esto proporciona la primera evidencia sólida de que los campos magnéticos helicoidales pueden explicar los chorros astrofísicos a diferentes escalas, respaldando la idea de que el mecanismo de colimación es universal. A través de avances en el análisis de datos, los investigadores lograron estudiar la configuración tridimensional del campo magnético en el chorro protostelar, una tarea que, hasta ahora, había sido difícil debido a la naturaleza térmica de la luz emitida por estos chorros.