Investigadores de la Universidad de Waterloo han realizado un avance significativo en la lucha contra la contaminación por cromo, un metal pesado asociado a graves problemas de salud. Su estudio, publicado en la revista Chemosphere, revela que un tipo especial de biochar, un carbón producido a partir de residuos agrícolas, es capaz de absorber el cromo tóxico y transformarlo en su forma más segura.
El cromo se presenta en dos formas químicas. La primera, cromo(III), es un micronutriente esencial para el organismo humano; sin embargo, el cromo(VI) es un carcinógeno peligroso vinculado con cáncer de ovario, pulmón y hígado, así como con problemas reproductivos. Este último se origina principalmente en procesos industriales, como el curtido de pieles y la producción de acero inoxidable, aunque también puede aparecer de forma natural en presencia de minerales de manganeso.
Biochar: una solución prometedora
El biochar se obtiene mediante un proceso de pirólisis, que consiste en calentar materia orgánica en ausencia de oxígeno. Gracias a sus propiedades de filtrado natural, se estudia como herramienta para limpiar la contaminación por cromo en sitios industriales. Filip Budimir, candidato a doctorado en ciencias de la tierra y ambientales en la Universidad de Waterloo, llevó a cabo un experimento para analizar el comportamiento del biochar elaborado a partir de roble al mezclarlo con agua contaminada por cromo(VI).
Utilizando el Canadian Light Source de la Universidad de Saskatchewan, Budimir investigó cómo se deposita el cromo en los granos de biochar y qué forma del metal se encuentra presente. Tras 120 horas de contacto, descubrió que aproximadamente el 85% del cromo había sido convertido de Cr(VI) a Cr(III). Este hallazgo sugiere que el biochar no solo absorbe el cromo tóxico, sino que también lo transforma en una forma menos perjudicial.
“Nos alegró ver que la mayoría de lo que encontrábamos en los granos de biochar era cromo-3 y no cromo-6”, comentó Budimir, destacando la importancia de este proceso en la remediación ambiental.
Además, el estudio reveló que los isótopos de cromo experimentaron cambios durante la eliminación de Cr(VI) del agua; específicamente, los isótopos más ligeros se removieron más rápidamente y se convirtieron en Cr(III) con mayor facilidad que los isótopos más pesados. Esta fraccionamiento isotópico podría utilizarse como herramienta para monitorear los esfuerzos de remediación de aguas subterráneas utilizando biochar.
“Las cosas están sucediendo bajo tierra, pero no estamos seguros de qué”, afirmó Budimir. “Probar los isótopos puede darnos una idea de lo que está ocurriendo y si el proceso está funcionando”.
Este avance promete abrir nuevas vías para la gestión de la contaminación por metales pesados, un problema que afecta a muchas comunidades y ecosistemas. La investigación sobre el uso del biochar no solo resalta su potencial como herramienta de limpieza, sino que también plantea interrogantes sobre cómo maximizar su efectividad en entornos industriales y naturales.