Los cañones lunares: un legado de impactos cósmicos
El Gran Cañón, situado en Arizona, es uno de los grandes tesoros naturales de la Tierra, formado a lo largo de millones de años por la erosión del río Colorado. Sin embargo, en la cara oculta de la Luna, se encuentran dos cañones que rivalizan en tamaño con el Gran Cañón, pero que se formaron de manera radicalmente diferente. Según una investigación reciente, estos cañones, localizados en la cuenca de impacto Schrödinger, fueron excavados en menos de diez minutos por escombros rocosos que fueron lanzados al espacio tras el impacto de un asteroide o cometa hace aproximadamente 3.800 millones de años.
El impacto que dio origen a estos cañones liberó una energía estimada en 130 veces la cantidad total de energía de los arsenales nucleares actuales, según el geólogo David Kring, del Instituto Lunar y Planetario de la Universidad de Houston, quien lideró el estudio publicado en la revista *Nature Communications*. Utilizando datos del orbitador lunar de reconocimiento de NASA, los científicos pudieron mapear los cañones y modelar la dirección y velocidad de los escombros voladores, los cuales habrían viajado a velocidades de hasta 3.600 kilómetros por hora.
Uno de los cañones, conocido como Vallis Planck, se extiende a lo largo de 280 kilómetros y tiene una profundidad de 3.5 kilómetros; el otro, llamado Vallis Schrödinger, mide 270 kilómetros de largo y 2.7 kilómetros de profundidad. Este evento tuvo lugar durante un periodo de intenso bombardeo en el sistema solar interno, provocado por rocas espaciales que fueron desplazadas tras cambios en las órbitas de los gigantes gaseosos del sistema solar. La investigación también indica que el objeto que impactó en la Luna era significativamente más grande que el asteroide que causó la extinción de los dinosaurios hace 66 millones de años, con un diámetro estimado de 25 kilómetros.
Los cañones lunares presentan cicatrices en línea recta en la superficie, extendiéndose desde un gran cráter de impacto redondo, y están rodeados de cráteres más pequeños que corresponden a impactos no relacionados. A diferencia de la Tierra, que recicla su superficie a través de procesos geológicos como la tectónica de placas, la Luna carece de esta dinámica, lo que le permite conservar estas huellas de impactos cósmicos. Las nuevas investigaciones tienen implicaciones significativas para la exploración lunar, ya que la cuenca de impacto Schrödinger se encuentra cerca de la zona de exploración de la misión Artemis de NASA, que planea llevar astronautas de regreso a la Luna por primera vez desde las misiones Apollo de la década de 1970.
Los rocas antiguas en la región polar serán accesibles para los astronautas de Artemis, lo que facilitará la recolección de muestras que podrían esclarecer la historia temprana de la Luna. Estas muestras permitirían a los científicos probar hipótesis sobre la formación de la Luna y su historia geológica, incluyendo la posibilidad de que la Luna se creó a partir de material fundido arrojado al espacio tras un gran impacto con la Tierra.