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Descubrimiento de un ave prehistórica en la Antártida
Un reciente hallazgo en la Antártida ha revelado la existencia de un ave que habitó en las aguas de este continente hace aproximadamente 69 millones de años, durante el final de la era de los dinosaurios. Este descubrimiento, basado en un cráneo fósil casi completo, ha permitido a los científicos identificar a la especie como Vegavis iaai, el miembro más antiguo conocido de la línea que incluye a todas las aves actuales. La datación de este fósil sugiere que Vegavis existió tres millones de años antes del impacto del asteroide que marcó el fin del período Cretácico y la extinción de los dinosaurios, a excepción de sus descendientes aviares.
Los fósiles de Vegavis fueron descritos por primera vez hace dos décadas, pero la falta de restos craneales suficientes dificultó su clasificación dentro del árbol genealógico de las aves. Recientemente, investigadores han podido clasificar a Vegavis como parte de las aves modernas gracias a dos características craneales: la estructura de su pico superior y la forma de su cerebro. Chris Torres, biólogo evolutivo de la Universidad del Pacífico en California y autor principal del estudio publicado en la revista Nature, destacó que ambas características son observables en el nuevo espécimen de Vegavis.
Vegavis, que tenía un tamaño similar al de un ánade, poseía un pico en forma de lanza, característico de aves como los alcaudones y los somormujos, en lugar de un pico ancho como el de los patos. Su estructura esquelética sugiere que era un buceador eficiente, especializado en la captura de peces y pequeños invertebrados en un ecosistema marino poco profundo. En contraste con la imagen actual de la Antártida como un lugar cubierto de hielo, en aquella época contaba con un paisaje forestal y un clima templado. Además, Vegavis compartía su hábitat con diversos peces y otros animales marinos de la era Cretácica, incluidas criaturas como los plesiosaurios y los amonites. Este hallazgo no solo amplía nuestro conocimiento sobre la diversidad de la vida en la Antártida en el pasado, sino que también sugiere que las aves modernas podrían haber evolucionado mucho antes de lo que se pensaba, abriendo nuevas vías de investigación en el campo de la paleontología.