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Los fagos, virus que atacan bacterias, han captado nuevamente la atención de la comunidad científica debido a su potencial en la lucha contra la creciente resistencia a los antibióticos. Un grupo de investigadores de la Universidad de California en San Francisco (UCSF) ha centrado sus estudios en un tipo particular de fago conocido como fagos jumbo, que poseen más de cuatro veces el ADN de un fago promedio. Este material genético les permite crear un espacio restringido dentro de las bacterias donde pueden replicar su ADN, todo ello protegido por un escudo de proteínas que actúa como un control de acceso.
La investigación, publicada en la revista Nature, ha revelado que este escudo funciona a través de una serie de «saludos secretos», que permiten que únicamente un conjunto específico de proteínas útiles acceda al interior. El Dr. Joseph Bondy-Denomy, profesor asociado de microbiología e inmunología en UCSF, ha subrayado la complejidad de este mecanismo, que no era lo que esperaban ver. Esta estructura proteica central tiene la capacidad de reconocer y filtrar diversas proteínas, permitiendo el paso a aquellas que cumplen con los criterios establecidos.
Un enfoque novedoso para desarrollar antibióticos
Los fagos jumbo se inscriben dentro de un grupo de virus denominados bacteriófagos, que fueron descubiertos hace más de un siglo. Si bien en sus inicios se consideraron como una alternativa para tratar infecciones bacterianas, su uso se vio eclipsado por la llegada de los antibióticos. Sin embargo, la urgencia por encontrar nuevas estrategias para combatir bacterias resistentes ha reavivado el interés por la terapia fágica.
Los investigadores eligieron estudiar la interacción de estos fagos con las bacterias Pseudomonas, conocidas por su resistencia a la mayoría de los antibióticos. A través de este trabajo, los científicos buscan mejorar la terapia fágica, que implica utilizar un fago para eliminar una infección bacteriana. Este enfoque presenta retos, ya que las bacterias pueden evolucionar rápidamente para desarrollar nuevas defensas contra los fagos.
Comprender cómo funcionan estos «saludos secretos» permitirá a los científicos diseñar fagos que sean más resistentes a los cambios evolutivos de las bacterias. En este sentido, el laboratorio de Bondy-Denomy ha desarrollado ya un método basado en CRISPR para realizar modificaciones genéticas en esta familia de fagos, abriendo la puerta a la posibilidad de que estos virus no solo puedan combatir infecciones, sino también producir medicamentos o incluso luchar contra ciertos tipos de cáncer causados por infecciones bacterianas. Este enfoque podría revolucionar el tratamiento de enfermedades infecciosas en un contexto en el que la resistencia a antibióticos se ha convertido en una amenaza creciente para la salud pública.