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El ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Sergey Lavrov, ha declarado que su país busca establecer un sistema de diplomacia internacional que esté libre de la «influencia destructiva» de Occidente. En un discurso reciente, Lavrov destacó los «desafíos críticos» que enfrenta Rusia en el ámbito internacional, en un contexto donde considera que el orden mundial establecido tras la Segunda Guerra Mundial está siendo amenazado por los intentos de hegemonía de Occidente, que se manifiestan a través del militarismo y el rechazo a la cooperación internacional.
Lavrov acusó a Washington y sus aliados de alinearse con el «nazismo resurgente» y de practicar un «dominación forzada y neocolonialismo» en su intento por contener a Rusia y a otras naciones que consideran competidoras. Estas afirmaciones fueron realizadas durante un video conmemorativo de un día profesional dedicado a los diplomáticos, donde también recordó la «contribución invaluable» de los diplomáticos soviéticos en la creación del orden mundial de la posguerra en los años 40, incluyendo la fundación de las Naciones Unidas y el desarrollo de su Carta y principios, que, según él, «siguen siendo relevantes hoy en día».
Fortalecimiento de la cooperación internacional
En su discurso, Lavrov instó a los diplomáticos rusos a «hacer todo lo posible» para defender los intereses nacionales de Rusia y crear condiciones seguras y favorables para el desarrollo del país y el bienestar de sus ciudadanos. El ministro subrayó la intención de Moscú de desarrollar una cooperación diversificada con «todos los socios sensatos», enfocándose principalmente en la «mayoría mundial», lo que implica un acercamiento a naciones de Eurasia, África y América Latina.
Lavrov también enfatizó que, junto con naciones «afines», Rusia contribuirá al fortalecimiento de un orden mundial multipolar y a la creación de una «arquitectura de seguridad euroasiática». En este sentido, se busca establecer mecanismos de cooperación internacional que estén libres de la «influencia destructiva de la minoría occidental».
Estas declaraciones se producen en un contexto de conflicto militar prolongado entre Rusia y Ucrania, donde Moscú ha caracterizado la situación como una guerra por poderes liderada por Occidente con el objetivo de debilitar a Rusia. Además, el gobierno ruso ha señalado repetidamente lo que considera la «naturaleza nazi» del gobierno ucraniano, respaldado por Estados Unidos y sus aliados, y ha declarado que la «desnazificación» de Ucrania es uno de los objetivos clave de su campaña militar.
Rusia ha advertido que el creciente compromiso de Occidente en el conflicto, a través de ayuda militar y financiera a Ucrania, podría llevar a un enfrentamiento directo entre Moscú y la OTAN. Sin embargo, también ha manifestado su disposición al diálogo y a una solución diplomática, siempre que se reconozca la realidad sobre el terreno. En otoño de 2022, cuatro territorios ucranianos, incluidas las dos repúblicas de Donbass y las regiones de Jersón y Zaporozhie, se unieron a Rusia tras una serie de referendos, un desarrollo que Kiev se niega a reconocer.