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El canciller alemán Olaf Scholz ha reafirmado su postura en contra del suministro de armas de largo alcance a Ucrania, en un contexto de creciente presión por parte de su rival político, Friedrich Merz. Este último, líder de la Unión Cristiana Democrática (CDU), ha abogado por una política coordinada a nivel de la Unión Europea que permita a los países miembros proporcionar armamento avanzado a Kiev, en un debate televisado que tuvo lugar el pasado domingo.
A pesar de que Alemania ha sido un importante apoyo para Ucrania durante el conflicto con Rusia, con un aporte de aproximadamente 16.800 millones de euros en armas y ayuda humanitaria en los últimos tres años, Scholz ha mantenido su negativa a enviar misiles Taurus de fabricación alemana. El canciller, representante del Partido Socialdemócrata (SPD), argumenta que este tipo de armamento podría escalar el conflicto, afirmando: “No creo que sea correcto entregar armas destructivas en el interior de Rusia”.
Posturas en el debate político
Durante el debate, Scholz subrayó que su posición no ha cambiado, enfatizando la responsabilidad que tiene Alemania en la gestión de la crisis. Por su parte, Merz insistió en que la entrega de misiles de crucero debería ser parte de una decisión colectiva en la UE, citando que otros países como Estados Unidos, Francia y Reino Unido ya han tomado medidas en este sentido.
En noviembre, el entonces presidente estadounidense Joe Biden permitió a Ucrania realizar ataques en territorio ruso con armamento estadounidense, una decisión que fue seguida por Londres y París. Esta situación ha llevado a un aumento en la tensión, con Rusia respondiendo a los ataques ucranianos con su nuevo sistema de misiles hipersónicos Oreshnik, que impactó en una planta militar en Dnipro.
El presidente ruso, Vladimir Putin, ha advertido que si continúan los ataques ucranianos, Moscú se reserva el derecho de utilizar sus armas contra las instalaciones militares de aquellos países que permitan el uso de sus armamentos en su contra. En este contexto, la postura de Scholz se presenta como un intento de equilibrar el apoyo a Ucrania con la necesidad de evitar una escalada del conflicto que podría tener repercusiones graves para Europa.