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El grupo rebelde M23 ha intensificado su ofensiva en la República Democrática del Congo (RDC), tomando el control de Goma, la capital de la provincia de Kivu del Norte. Esta escalada de violencia se produce en un contexto de conflicto que se prolonga durante décadas y que ha dejado un saldo devastador de víctimas y desplazados.
En un comunicado reciente, Lawrence Kanyuka, portavoz del M23 y de la coalición rebelde conocida como Alianza Fleuve Congo (AFC), advirtió sobre la situación crítica en Bukavu, la capital de la provincia de Kivu del Sur. Kanyuka afirmó que la situación se está deteriorando de manera «peligrosamente» rápida, con un aumento de las muertes y saqueos en las comunidades locales. «Si estos crímenes persisten, asumiremos nuestras responsabilidades para erradicar la amenaza en su origen y proteger a nuestra gente», declaró.
Desde el inicio del año, los combates han cobrado la vida de al menos 2,900 personas y han dejado más de 3,000 heridos, según estimaciones de la ONU. La ofensiva del M23 ha resultado en la muerte de varios soldados de las fuerzas de paz internacionales, incluidos más de una docena de soldados sudafricanos. La situación se complica aún más con la declaración de un alto el fuego humanitario unilateral por parte de los rebeldes, quienes han negado cualquier intención de capturar Bukavu, una ciudad que alberga a aproximadamente 1.3 millones de personas.
Implicaciones regionales y acusaciones de apoyo externo
La violencia en el este de la RDC, rica en recursos naturales como oro y diamantes, ha generado tensiones entre el gobierno congoleño y las autoridades de Ruanda. Kinshasa ha acusado repetidamente a Kigali de brindar apoyo al M23, una afirmación que el gobierno ruandés ha negado de manera categórica. Yolande Makolo, portavoz del gobierno de Ruanda, afirmó que Kigali está comprometido con la paz y la búsqueda de una solución sostenible al conflicto, respaldando un proceso político liderado por la Unión Africana y líderes regionales.
El avance del M23 hacia el aeropuerto de Kavumu, cerca de Bukavu, ha suscitado preocupaciones sobre las posibles consecuencias para la población civil. Bruno Lemarquis, representante adjunto de la ONU en la RDC, advirtió que los combates continúan y que los rebeldes podrían utilizar rutas alternativas para avanzar hacia la ciudad, lo que podría tener «consecuencias masivas» para los civiles.
La situación en la RDC es un recordatorio de la complejidad de los conflictos en África, donde las luchas por el control de recursos naturales a menudo se entrelazan con dinámicas políticas y étnicas. La comunidad internacional observa con preocupación el desarrollo de los acontecimientos, mientras los ciudadanos congoleños continúan sufriendo las consecuencias de una guerra que parece no tener fin.