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Descubren que bacterias ayudan a sus vecinas tras la muerte

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febrero 13, 2025

La teoría de la selección natural de Darwin ha sido durante mucho tiempo la piedra angular de la comprensión de la evolución de los organismos. Tradicionalmente, se ha considerado que la muerte es un final inflexible, un punto de no retorno en la vida de un ser vivo. Sin embargo, un nuevo estudio liderado por el profesor Martin Cann de la Universidad de Durham está desafiando esta percepción al revelar que, tras la muerte, ciertos organismos continúan contribuyendo al ciclo de vida de su entorno.

El estudio, publicado en la revista Nature Communications, se centra en una cepa de bacterias E. coli que produce una enzima capaz de descomponer sus propios componentes celulares en nutrientes tras su muerte. Este proceso de reciclaje es esencial para el crecimiento de nuevas formas de vida, ya que los nutrientes liberados son aprovechados por las células vecinas que coexistían con las bacterias en vida.

Un nuevo paradigma sobre la muerte y la evolución

El profesor Cann explica que el hallazgo implica una revisión fundamental sobre cómo entendemos la muerte en el contexto biológico. «Normalmente pensamos que la muerte es el final, que después de que algo muere, simplemente se descompone y se convierte en un objetivo pasivo para ser aprovechado por otros organismos», señala. Sin embargo, su investigación demuestra que los procesos biológicos no cesan con la muerte; de hecho, están programados para continuar operando.

El coautor del estudio, el profesor Wilson Poon de la Universidad de Edimburgo, inició esta investigación al plantear interrogantes sobre los mecanismos detrás de la muerte de los organismos. Los investigadores se dieron cuenta de que habían descubierto un nuevo ámbito de la biología: aquellos procesos que han evolucionado para funcionar incluso después de la muerte.

Un aspecto intrigante del estudio es la forma en que estas enzimas, que operan tras el fallecimiento, podrían haber evolucionado. Cann sugiere que las células vecinas que se benefician de los nutrientes liberados son probablemente clonalmente relacionadas con la célula muerta. Este fenómeno se asemeja al comportamiento observado en algunas especies animales, donde los individuos ayudan a alimentar a los miembros más jóvenes de su grupo familiar.

El coautor, el profesor Stuart West de la Universidad de Oxford, comenta que el descubrimiento es comparable a observar un fenómeno inédito en el reino animal. «Es como si un suricata muerto se convirtiera repentinamente en un montón de huevos cocidos que otros miembros de su grupo podrían consumir», añade. Esta analogía subraya la singularidad del proceso observado y su implicación en las dinámicas de la vida y la muerte.

Los hallazgos de esta investigación sugieren que los biomoléculas que regulan estos procesos post-mortem podrían ser utilizadas en el futuro como nuevas dianas en la lucha contra enfermedades bacterianas o como candidatos para mejorar el crecimiento bacteriano en biotecnología. Además, el profesor Poon propone que modelar estos procesos con herramientas de física estadística podría ofrecer principios de diseño útiles en la búsqueda de una economía más circular, donde el reciclaje esté integrado desde el inicio de los procesos productivos.

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