
El consumo de productos del mar cultivados, en contraposición a los que provienen de la pesca salvaje, está experimentando un crecimiento sin precedentes a nivel global. Este fenómeno no solo responde a la creciente demanda de alimentos en el mundo, sino que también se presenta como una solución viable ante el problema de la sobrepesca.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), en 2023 se cultivaron casi 99 millones de toneladas de animales acuáticos, incluyendo peces, moluscos y crustáceos. Esta cifra representa un aumento significativo, quintuplicándose en los últimos treinta años. Desde 2022, la acuicultura ha ido superando paulatinamente a la pesca en términos de producción, aunque este avance no se ha dado de manera uniforme entre las diferentes especies.
Especies de rápido crecimiento
Los dos tipos de pescado más comercializados en 2023 fueron la carpa y el tilapia, principalmente provenientes de la acuicultura de agua dulce. En cambio, otras especies de gran consumo, como el arenque, dependen exclusivamente de la pesca en alta mar. Thierry Laugier, investigador del Ifremer, el instituto nacional de ciencia y tecnología oceánica de Francia, explica que los acuicultores optan por especies que crecen rápidamente y tienen requisitos de cultivo sencillos, lo que permite un control más eficaz de su ciclo de vida.
Las ventas del salmón atlántico, el pescado más cultivado en Europa, alcanzaron los 1.9 millones de toneladas en 2023, de las cuales un 99% eran de cultivo. Laugier menciona que existen técnicas para controlar la maduración y el ciclo de reproducción mediante la inyección de hormonas, lo que facilita aún más su producción en gran escala.
Asia se ha consolidado como el principal productor de pescado de cultivo, representando el 92% de las 136 millones de toneladas producidas en condiciones controladas en 2023. El cultivo de carpas, en particular, tiene raíces históricas en el continente asiático, donde se ha practicado durante miles de años. En contraste, especies como las sardinas y los arenques siguen siendo capturadas en los océanos, principalmente por razones de rentabilidad, ya que algunos peces crecen lentamente. Por ejemplo, se estima que una sardina tarda alrededor de dos años en alcanzar su tamaño adulto.
Además de los peces, la producción de algas marinas ha cobrado importancia, aunque su uso es menos conocido en Occidente. Casi un tercio de la producción mundial de acuicultura corresponde a algas, cuya producción ha aumentado casi un 200% en las últimas dos décadas, alcanzando los 38 millones de toneladas. Este recurso se utiliza principalmente en la industria, en productos como gelatinas, productos farmacéuticos y cosméticos. Desde un punto de vista ecológico, Laugier subraya que es más beneficioso cultivar macroalgas que salmón, ya que las algas no solo absorben CO2, sino también nitrógeno y ciertos contaminantes del agua.