
El legado de Ramon López de Mántaras en la inteligencia artificial
Ramon López de Mántaras, un referente en el campo de la inteligencia artificial (IA) en España, ha dedicado más de cinco décadas a esta disciplina, lo que le posiciona como uno de sus pioneros más destacados. Nacido en Sant Vicenç de Castellet, Barcelona, a sus 72 años, ha sido un actor clave en el desarrollo de esta tecnología. López de Mántaras es fundador del Instituto de Investigación de Inteligencia Artificial del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y actualmente colabora como profesor de investigación emérito. Su reciente obra, «100 cosas que hay que saber sobre inteligencia artificial», ofrece un análisis pedagógico accesible de la historia de la IA, aunque solo menciona brevemente la IA generativa en su epílogo, dado que su auge ocurrió tras la finalización del manuscrito.
En una reciente entrevista, el experto compartió sus reflexiones sobre el impacto de la IA generativa en la disciplina. Según López de Mántaras, el interés científico que esta tecnología despierta es limitado. Considera que la verdadera cuestión reside en si es posible alcanzar una inteligencia comparable a la humana en sistemas no biológicos. Aunque la fascinación por herramientas como ChatGPT es palpable, el investigador señala que estas aplicaciones no contribuyen al avance hacia una inteligencia artificial fuerte. Argumenta que la falta de un cuerpo físico impide a estas máquinas comprender el mundo, limitándose a detectar y recombinar patrones sin una verdadera comprensión.
López de Mántaras también se pronunció sobre la necesidad de un enfoque más prudente en el desarrollo de la IA generativa. Critica la dinámica actual de lanzamiento de tecnologías sin un adecuado control, advirtiendo sobre las implicaciones éticas de este enfoque. Aunque reconoce que la Unión Europea está adoptando medidas para regular el uso de la IA, también señala que la burocracia puede presentar desafíos para las empresas que buscan cumplir con estas normativas. A pesar de sus reservas, sostiene que es vital regular las aplicaciones potencialmente peligrosas de la IA, como la manipulación de información y los sesgos, subrayando que los riesgos existenciales no deben eclipsar los problemas ya existentes en el uso de esta tecnología.