En general, creo que la institución escolar en este país adolece de excesos, por un lado, y de carencias y descompensaciones, por otro.
Los excesos (sobre todo en la escuela concertada/privada; en la pública menos): demasiadas horas de clase, una carga lectiva innecesaria para alumnos y docentes y sólo beneficiosa para padres que trabajan toda la jornada. Salvo en institutos, en muchos colegios el horario es de 8 a 17 horas o similar; en Finlandia, con una pedagogía más completa y cuidada, solo dan cuatro o cinco horas diarias de clase (y el rendimiento de sus alumnos es en su mayoría superior al de los nuestros).
Las carencias o descompensaciones (tanto en colegios como en algunos institutos): un perfil educativo pobre o discutible. Materias -con fines utilitarios- de tecnología, robótica o emprendimiento, en perjuicio de materias humanísticas o artísticas transmitidas con rigor para el cultivo del sentido crítico, de una buena creatividad y expresividad y de espíritus libres. En la escuela concertada/privada, en especial, hay una oferta educativa tendenciosa o por lo menos desigual. Resultado: el consabido nivel mediocre en la ESO y el bachillerato.
En cuanto a los deberes en casa, creo modestamente que se trata de un falso debate. En mi opinión, la pregunta debería centrarse en la calidad de la enseñanza durante el horario escolar. Las tardes, que sean espacios libres para asimilar o ampliar lo aprendido, para el crecimiento y desarrollo personal, familiar y social, para hacer deporte o actividades creativas, para gozar.