Con lágrimas en los ojos y la voz sollozante, la actriz Meryl Streep pronunció un discurso en la última ceremonia de los Globos de Oro, en la que recogió un premio honorífico por su carrera.
La nueva heroína de la pequeña burguesía occidental, agarró el micro y en una clara crítica al nuevo presidente electo estadounidense Donald Trump, dijo: «nosotros, todos los presentes, pertenecemos a un segmento denigrado de la población. Piénsenlo: Hollywood. Extranjeros. Y la prensa.» […] «Hollywood está lleno de extranjeros y foráneos, y si nos quieren echar a todos se van a quedar sin nada que ver más que futbol y artes marciales mixtas» […] «La falta de respeto invita a la falta de respeto. La violencia incita a más violencia. Cuando los poderosos usan su posición para abusar de otros, todos perdemos…»
El ataque a Trump de la actriz de 67 años sería encomiable, si no fuera por un pequeño detalle sin importancia: Meryl Streep ha sido una firme defensora del Partido Demócrata norteamericano, ha hecho innumerables alabanzas a la gestión en la presidencia de Barack Obama, inauguró la Convención Demócrata del pasado mes de julio, y ha sido una de las actrices que con mayor fuerza y decisión apoyó a Hillary Clinton en las pasadas elecciones.
Meryl Streep no criticó los 30.000 soldados que Obama envió a Afganistán, tampoco los 506 ataques con drones en Yemen, Pakistán y Somalia, ni los 400 inocentes asesinados.
Meryl Streep no se opuso públicamente a la destrucción del país más próspero de África como era Libia, para convertirlo en un páramo desértico controlado por Al Qaeda.
Meryl Streep no se opuso a la entrega de armas a los «rebeldes moderados» que rebanan cuellos y degüellan a niños de doce años en Siria.
Meryl Streep tampoco dijo con lágrimas en los ojos y la voz entrecortada, nada acerca del apoyo del gobierno de Obama a los nazis que dieron un golpe de estado en Ucrania, y quemaron vivos a los sindicalistas de Odesa.
Meryl Streep tampoco pensaba en las 26.171 bombas lanzadas sólo en 2016 por la administración Obama en Siria, Irak, Afganistán, Libia, Yemen, Somalia y Pakistán, cuando apoyaba a Clinton y se fotografiaba amistosamente con Obama.
La indecencia de Meryl Streep es lo encomiable, no su discurso, con lágrimas de cocodrilo.