La Casa Blanca ha admitido hoy, que su ejército asesinó a 33 civiles el pasado mes de noviembre en Afganistán. Según un informe de la OTAN, soldados norteamericanos dispararon contra un conjunto de viviendas, llevándose por delante a 33 personas inocentes, entre ellas varios niños.
Sin embargo, estos muertos son muertos sin importancia, que no merecen ediciones especiales de los informativos.
No habrá indignación progre, El Gran Wyoming no llamará «asesino» a Obama, Susana Griso no desarrollará un debate temático sobre el asunto, el diario Público preferirá referirse como «esperpéntico» a cualquiera del bando de Trump, y no habrá discurso de Meryl Streep llorando.
Nadie cuestionará al «régimen» estadounidense. La Sexta Noche no invitará a un ciudadano afgano para que hable del asunto, y describa las atrocidades que allí se siguen cometiendo a diario por los exportadores de democracia. Andreu Buenafuente no se mofará de Obama, no habrá sketches con el simpático Barack y un cuchillo entre los dientes. Tampoco condenas serias, ni repulsas. No habrá manifestaciones «espontáneas» de ciudadanas indignadas contra la guerra, como las del 12 de diciembre. En Twitter no será trending topic, y no veremos a políticos, ni de un lado ni de otro, mostrando su rechazo ante tan deleznables hechos.
Al parecer, en esta repugnante y alienada sociedad, los muertos son menos muertos, si los mandan matar los progres.
Descansen en paz.