Estos días se ha hablado mucho de aquel acto criminal y se ha recordado a los 5 camaradas asesinados y a los 4 que, heridos gravemente, salvaron la vida. Hasta los medios de comunicación de masas del sistema, tan reacios a hablar de las cosas que tengan como referente, aunque lejano en este caso, al PCE, le han dedicado una atención significativa. Yo no soy nada partidario de utilizar y, sobre todo, de abusar, del recuerdo a nuestros muertos como forma de recrear una situación, por muy dramática que haya sido, buscando la fácil emoción y hasta el lloriqueo histórico para defender una actuación en el presente, estableciendo mimetismos con el pasado. Aunque estos días haya sentido emoción, ya que fui testigo directo de aquellos momentos contradictorios, complejos y difíciles que nos tocó vivir, defiendo la necesidad de recordarlos y enmarcarlos objetivamente en el momento histórico en que se desarrollaron, para evitar utilizaciones y exageraciones, o también relativizarlos como una anécdota rara de la transición.
En aquel momento se vivía una dura lucha social y política entre los instrumentos represivos, en algunos casos intactos, del régimen franquista, y los movimientos sindicales, sociales y organizaciones todavía ilegales que habían mantenido el núcleo central y la responsabilidad en la lucha por las libertades y en defensa de las reivindicaciones de los trabajadores. El PCE y CCOO en primer lugar, con muchos de sus dirigentes todavía en las cárceles. Recuerdo para despistados o desmemoriados que hablan como loros de “izquierda domesticada”, que el régimen que se estaba desarbolando como tal era el producto de un levantamiento fascista nacional e internacional contra la IIª República Española y lo que representaba ésta de avance social y democrático histórico. Y que los instrumentos oficiales de represión del régimen iban acompañados de una extrema derecha terrorista, dispersa y protegida por parte del aparado del Estado. Y dejo aquí el recuerdo y la emoción del aniversario de la pérdida de 5 camaradas, con una invitación a que paséis por el monumento de Juan Genovés, en Antón Martín, a los camaradas asesinados, para dar una breve, concreta y clara opinión, sobre verborreas que hacen circular sesudos “ultra revolucionarios”, o niñatos y snobs post modernos que van de lo mismo. Qué fácil y qué tramposo es, a los 40 años de los hechos, pontificar sobre “izquierda domesticada”, ”traición a la ruptura democrática”, “venta y cambalache” con el franquismo, y concluir que todos los males, defectos y miserias de la actual democracia son el fruto de aquella transición en la que la derecha franquista impuso a la izquierda anti franquista, principalmente al PCE y a CCOO, su política y sus condiciones. Y luego, inventarse una especie de ruptura democrática con el “régimen” del 78, adornada con un florilegio político y social “constituyente”, como escuché el otro día en el discurso de Alvaro Aguilera, actual Secretario del PCE en Madrid, contestado políticamente por el único superviviente de Atocha, Alejandro Ruíz Huerta.
En aquel momento se cometieron errores importantes por parte del PCE y de CCOO, errores que en muchos momentos han sido señalados y por los cuales hemos hecho la correspondiente autocrítica a lo largo del actual proceso de democracia parlamentaria, con las servidumbres e insuficiencias que ésta tiene. Pero cometer errores en una dura lucha social y política, que venía precedida de una guerra de 3 años y de casi 40 de Dictadura, y no poder llevar a cabo con todas sus consecuencias la “ruptura democrática” defendida por el partido en la calle, centros de trabajo y estudio y en toda la sociedad, no sólo no es una traición, sino que refleja que la relación de fuerzas activas en aquel momento, no era favorable a la misma. Los que manipulan y tergiversan esta realidad, se merecen el desprecio moral y una breve lección de política, que simplemente apunto. La actual democracia parlamentaria española, burguesa por supuesto, no necesita rupturas milagrosas ni procesos constituyentes abstractos para avanzar hacia el cambio social, sino cosas muy concretas y entendibles por una parte importante de la clase trabajadora, que es la que debe y puede llevarlas a cabo, si sus teóricas organizaciones de clase las orientan, organizan y coordinan.
En primer lugar, recuperar, puesto al día de la realidad actual, el conocimiento de lo que pasa y porqué pasa en el mundo del trabajo, en que gran parte de las cadenas fordistas de producción son sustituidas por grandes superficies de servicios, con altísimos niveles de paro, precarización laboral, horarios de trabajo a horas, bajos salarios y en competencia brutal entre diversos sectores asalariados y “autónomos forzados”, y salir del estancamiento actual en el que parece que todos aceptamos el régimen actual, abrumados por la realidad y por ser el único posible. La lucha de clases existe, aunque adopte formas nuevas.
En segundo lugar, movilizarse por la España Federal que defendemos, en nuestro caso la Tercera República Española, sin hacer ninguna concesión a los diversos nacionalismos y secesionismos, ni a sus cómplices vergonzantes, que son sólo una vieja forma de continuar la explotación, dándole un sello identitario ancestral, que es una burla a la historia de lucha y unidad de los trabajadores y de los pueblos. La España de las autonomías, que ha roto prácticamente con el viejo centralismo españolista, debe desembocar en un Estado Federal, con competencias claras de cada federación, hoy CA, y para el núcleo federal unitario.
En tercer lugar, defender un proyecto europeo e internacional, basado en nuestra concepción internacionalista y solidaria, por tanto opuesta a la actual UE, a sus leyes y formas de funcionamiento que, por otra parte, están fracasando, lo que no significa de ninguna manera volver al ultra nacionalismo de cada país, con consecuencias historicamente catastróficas para los pueblos.
En cuarto lugar, y en la línea de lo anterior, luchar por una España vanguardia de la lucha contra la guerra y por la paz, recuperando y desarrollando el espíritu del artículo 6 de la Constitución de la IIª República Española. Esto significa, aquí y ahora, movilizarse contra las guerras imperialistas actuales, en especial la de Siria, y exigir la eliminación en España de las bases bélicas de EEUU y la OTAN para convertirlas en bases para la paz y el desarrollo social de los pueblos destruidos por las guerras y las hambrunas.
Y de momento nada más. Trabajar, organizarse y movilizarse para que sea posible avanzar en una reforma constitucional profunda en todos los aspectos señalados: económico-sociales, de construcción de una España Federal y Republicana, de una acción rotunda contra la Europa del capital y el neoliberalismo y por una Europa de los pueblos, por un internacionalismo solidario y de colaboración entre todos los trabajadores y por una España movilizada por la paz y contra la guerra.
Soy consciente de que no digo nada nuevo, aunque también lo soy de que cuando lo necesario y obvio no se tiene en cuenta y no se defiende, se debe insistir y repetirlo hasta el agotamiento, si consideramos que continúa siendo una alternativa justa a los problemas, desde la izquierda que no abdica de sus valores.