Escribir el futuro desde la historia y la realidad presentes

In Silbando la Internacional
febrero 07, 2018

No hay nada más trágico y fuera de la realidad, por las consecuencias sociales y humanas que produce y los graves enfrentamientos que anuncia,  que intentar escribir la historia, o reescribirla, con retazos de la misma, con fragmentos distorsionados de lo que fue o, directamente, con mentiras e invenciones e historietas que la sustituyan. Esto es lo que está pasando actualmente en Catalunya, con una gran repercusión en toda España.

Sería hasta un esperpento cómico, si no fuera porque es muy difícil que una tragedia produzca humor. ¿Y cuál es la tragedia, o estaré exagerando? Pues no, juzgad: 90 migrantes mueren ahogados frente a las costas de Libia, sumándose a los miles y miles sumergidos, que convierten el Mediterráneo en un nuevo Auschwitz, a los 73 años de la liberación de este campo de exterminio por el Ejército Rojo; los terroristas y mercenarios al dictado del capital que les impulsa, tolera o paga, continúan cometiendo atentados y produciendo miles de muertos en Iraq, Yemen, Siria, Pakistan, Afganistán y otros países africanos; el gobierno y el ejército terrorista de Israel continúan matando, torturando y encarcelando a jóvenes y mayores palestinos, les derriban sus casas y les roban sus tierras y su capital, Jerusalén; el hambre, la enfermedad y el desamparo continúan azotando regiones enteras del mundo, con dramáticas expresiones en las calles, plazas y suburbios de nuestras ciudades del “primer mundo”, mientras los ricos son más ricos, a pesar de la “crisis” y los pobres más pobres. Y mientras todo esto y mucho más  sucede, y en España, en Europa y en el mundo se van agravando los problemas que afectan a las condiciones de vida y de trabajo, con un capitalismo neoliberal que no acepta controles ni fronteras, en Catalunya sigue el culebrón politiquero que cada vez es más patético y miserable en la imagen de personas y hechos, al tiempo que en el conjunto de España predominan las soflamas económicas triunfalistas  por parte de un PP y un gobierno de inútiles y corruptos, cuya función más patriótica sería dimitir y largarse a casa, los que se libraran de la cárcel; y, enfrente del PP, una oposición variopinta que sirve sólo para gesticular palabras altisonantes que no sirven para nada.

Viendo lo que pasa en España, en Europa y en el mundo y teniendo un mínimo de capacidad política, buen sentido común, honestidad y sensibilidad social y humana ¿alguién puede decir sin que le abucheen que Catalunya es una colonia expoliada por los españoles y convertir la independencia en el problema de los catalanes, produciendo un enfrentamiento civil gratuito, que camufla los verdaderos problemas, fruto de las políticas de la Generalitat, tan conservadoras como las del PP? ¿Alguien se cree todavía las mentiras inventadas por gobernantes y vividores de oficio, tan corruptos y reaccionarios como los del PP, para engañar a incautos, desinformados voluntarios y de egoísta e insolidaria cretinidad pensando lo felices que serán con la independencia? Ya es hora de decir basta y pasar a lo realmente importante. Producir un cambio de gobierno en España, y en Catalunya en lo que la compete, para impulsar una política que acabe con las insuficiencias, retrocesos y estancamientos de la actual democracia, sin caer en las visiones y embustes de cuatro iluminados de tebeo, algunos arcaicos políticamente desde siempre o reconvertidos a la verdad y otros recién llegados, que dicen querer acabar con la herencia franquista de 1978 para constituir no se sabe qué o para hacer una segunda transición al desierto de la democracia sin contaminación.

Lo que cabe ahora, prescindiendo de debates inútiles con la ineptitud política más rancia, es abordar los problemas actuales desde una nueva concepción, a partir de un análisis frío que no caiga ni en el catastrofismo ni en la claudicación. Que contemple, analice y estudie el marco real existente en la economía, en el intelecto, en la cultura de masas, en la organización política y sindical de clase para tener una visión lo más acertada posible y poder reconstruir la teoría, el programa político, el discurso y las propuestas. Sin liquidar ni enterrar arbitrariamente nada del pasado, dando por válido lo que es válido aunque no se haya realizado por incapacidad propia o por la dificultad objetiva, y dando por obsoleto y caducado lo erróneo y fracasado. Ni retroceder en el tiempo, con el discurso idealista de las revoluciones pendientes, ni acelerarlo por una pretendida post modernidad superadora del arcaísmo de los que califican de carcundias. Tener en cuenta la dialéctica de lo necesario y de lo posible y creíble, de lo urgente y prioritario que exige medidas inmediatas y concretas según la gravedad de los problemas que afectan a las partes más humildes y desprotegidas de la sociedad; y de lo estratégico, que requiere una concienciación ideológica y social y una sólida y consecuente organización política y sindical. La historia del Movimiento Obrero organizado, de los diversos procesos revolucionarios de lucha por el socialismo, el desarrollo de una cultura realmente popular y asociativa y de una educación fundamentada en principios y valores humanistas y democráticos, son la base de análisis y experiencias, positivas y negativas, que deben contribuir a crear una nueva visión crítica, acompañada del compromiso  y de las alternativas pertinentes.

Para abordar la nueva realidad y acertar progresivamente en las ideas y las acciones más adecuadas, es imprescindible una coherente política de alianzas, con sólidas raíces en el sentido más clásico y válido del concepto de alianzas y con un conocimiento y dominio de los cambios producidos en la clase obrera y trabajadora y en los movimientos que la han influido, produciendo mutaciones culturales y organizativos en ella, sin dejar de ser la representación directa de la fuerza de trabajo que se vende en el mercado. Entender bien que la política de alianzas es una unidad, que será más o menos compleja y amplia en función de lo que se trate en cada momento: no son lo mismo las alianzas de izquierda y democráticas para conseguir una asistencia social superior para determinados colectivos, por poner un ejemplo, que las que afectan a la creación de una banca pública y de otros sectores empresariales que consideramos básicos para avanzar hacia un cambio económico y social de orientación socialista. La política real de alianzas en su sentido táctico, o con una orientación estratégica no es un  poti-poti  en la que cabe todo por contradictorio que sea y en la que una organización que se reclama del comunismo o de la izquierda alternativa pierde su personalidad y sentido ideológico, como ha pasado con el PCE y con IU en el magma caótico y subordinado de Unidos Podemos.

Resumiendo, no se trata de reiterar cada día cosas dichas pensando que, finalmente, la realidad acabará dándonos la razón, sino de hacer algo, seguramente más complejo pero imprescindible: conocer lo que ocurre en cada momento y escoger lo más útil para la solución de un problema concreto y avanzar con ello en la creación, fortalecimiento y amplitud de una conciencia crítica que denuncie las mentiras del régimen, combata la alienación que producen y contemple la perspectiva de un cambio económico, social y político democrático  orientado al socialismo.

Todo esto está muy presente en la reunión celebrada en Madrid el pasado 20 de enero y en el Manifiesto elaborado a los pocos días en la perspectiva de una amplia asamblea de activistas de izquierda el próximo abril. En Catalunya el Front d´Esquerres no Nacionalistas está trabajando en un mismo sentido. Nos consta que en toda España hay grupos, organizados en partidos o no, que tienen parecida perspectiva, habida cuenta de la realidad actual de la izquierda. En estas mismas páginas, José Antonio García Rubio ha publicado un muy interesante artículo en esa línea.

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Francisco Frutos Gras fue Secretario General del Partido Comunista de España (PCE) entre 1998 y 2009. Parlamentario del Congreso de los diputados de 1993 hasta 2004. En diciembre de 1999 encabezó la candidatura de Izquierda Unida a las elecciones generales de marzo del 2000.