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Cuando la izquierda perdió el penúltimo tren

In Opinión, Silbando la Internacional
abril 06, 2018

Hace tiempo ya que la izquierda es «la izquierda», una parodia de lo mejor de si misma que historicamente ha sido, de lo que debería ser hoy más que nunca y de lo que puede llegar a ser si somos capaces de levantarla de sus cenizas y reconstruirla. Y no hablo sólo de España, con Catalunya en primer plano, sino de la «izquierda» europea en su conjunto, de esa «izquierda» que contempla pasiva con un pataleo impotente y ridículo de vez en cuando, como las derechas más conservadoras y las extremas derechas fascistas o nazis se hacen con el santo y la moneda de la aceptación social en zonas que por su composición obrera y popular han sido feudos de la izquierda socialista, socialdemócrata y/o comunista, en Francia, Italia, Alemania, Austria, Dinamarca, Grecia….O como contempla como la derecha y extrema derecha actúa en América Latina para liquidar los avances políticos y sociales en Brasil, Venezuela, Bolivia, Argentina…, formulando una protesta formal sin más consecuencias; o que continúa aceptando las guerras de los EEUU, de la OTAN y de la Coalición de la Guerra en Siria, cuando no se ponen a su lado contra el Presidente Bashar al Assad y contra el gobierno y ejército sirios, defendiendo la «libertad» y los “derechos humanos” del neocolonialismo imperial, como antes hicieron en Libia.

Y hablo de la izquierda sindical, intelectual y política. De las organizaciones sindicales, que han sido básicas para unir y organizar a las clases trabajadoras por el nexo económico y social que las une; de las organizaciones políticas que han tenido su origen común en el desarrollo del movimiento obrero organizado; y de los sectores intelectuales que han analizado la realidad en su complejidad humana y social, han teorizado sobre ella, han sacado conclusiones y han propuesto alternativas de cambio desde la izquierda. Alternativas que se fundamentaban en la emancipación del ser humano, en la libertad, la paz y el internacionalismo solidario. Y perdonen mi incredulidad total, practicamente ateísmo laico, en relación a que esa izquierda sea capaz de hacer algo positivo para reconstruir un pensamiento y una práctica alternativos al capitalismo neoliberal actual si continúa chapoteando burocraticamente como hasta ahora en los laberintos y trampillas humanistoides que el capital les pone para tenerlas distraídas y satisfechas de ser quienes son. La última de ellas la visita a Puigdemont en la cárcel de Alemania de un representante de la extrema derecha alemana para mostrar su solidaridad con el proceso secesionista de Catalunya. A los pocos días Puigdemont recibe la visita de un representante de Die Linke, la teórica izquierda alemana, para mostrarle la misma solidaridad. Es encantador ver como al nazionalsecesionismo catalán lo defienden extrema derecha e izquierda. Penoso el papel de Die Linke, tan penoso como el del Partido de la Izquierda Europea y sus principales testaferros.

Las acciones obreras que se desarrollan actualmente en España y en Europa están vinculadas a sectores sindicales, o de tradición sindical, que empujados por  problemas que aprietan sin soluciones a la vista y por un sentido de clase y espíritu de acción no desaparecidos del todo, sacan lo mejor de su historia y lo convierten en importantes movilizaciones de masas. En Alemania, con la Federación Metalúrgica, el IG Metall, en una huelga masiva que ha arrancado reivindicaciones importantes a la patronal; en Francia con los sindicatos, fundamentalmente los del sector público, que pasan a la ofensiva contra los planes de la derecha representados por Macron, continuador al alza de las políticas anti sociales de Hollande; y en España por los y las pensionistas que mayoritariamente tienen un deterioro permanente de sus limitadas pensiones, recibiendo además la afrenta, o la burla, de una subida del 0.25 % de las mismas. Con el regodeo añadido de que pocos días después hay una subida del 1.50 % de las pensiones de los congresistas. La movilización del pasado 8 de marzo por los derechos sociales de las mujeres y contra la violencia de género, entre otras cuestiones, ha sido también una ruptura con la retórica y la pasividad social, creando nuevas posibilidades de organización y actuación social.

La pregunta que debemos hacer ante el conjunto de problemas, la falta de alternativas y propuestas y la debilitada organización sindical y política es la única posible: ¿QUÉ HACER? O sea, el eterno qué hacer cuando las cosas se estancan, están difíciles, no sabemos por dónde ir, o vivimos una profunda burocratización del pensamiento, de la organización y de la acción. Y para no perder el tiempo en especulaciones inútiles, en montar hipotéticas seudo teorías, o en crear nuevos optimismos de la voluntad sin base real, informo de que en diversos sitios se están buscando caminos y alternativas a la actual situación basándose en los métodos de siempre: análisis, reflexión, unidad, organización. De los que tenga constancia, hoy mismo se reúne el Frente de Izquierdas No Nacionalistas de Catalunya, en el que participan un grupo de  movimientos y organizaciones socio-políticas, buscando encontrar formas y métodos para reconstruir la hundida izquierda catalana. El próximo 21 de abril hay en Madrid una Asamblea de gentes de izquierdas y comunistas que están trabajando en un mismo sentido. Trabajemos para que estos procesos tengan éxito y sirvan de estímulo y orientación para trabajar en todas partes en el mismo sentido.

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Francisco Frutos Gras fue Secretario General del Partido Comunista de España (PCE) entre 1998 y 2009. Parlamentario del Congreso de los diputados de 1993 hasta 2004. En diciembre de 1999 encabezó la candidatura de Izquierda Unida a las elecciones generales de marzo del 2000.