Lo que me asombra más de todo esto, con asombrarme todas las barbaridades, historietas y embustes que dicen personas adultas, es que haya otros centenares de miles qe personas que se lo crean, defiendan y salgan a la calle. Aunque no sean tantas como salían antes, o que decían salir, nunca bajando sus números del millón. A pesar de lo dicho, entiendo lo que hacen y dicen los jefes, hay muchos/as que viven muy bien del cuento con sueldos de rico o utilizan el tinglado para sus negocios, pero no entiendo muy bien lo que hace la masa. Sí, entiendo que una masa amorfa siga sus consignas y órdenes por aquello de que cuando el pueblo se convierte en masa, vienen los demagogos y la hornean, como denunció El Roto hace tiempo en uno de sus «chistes». Y así vemos en las calles multitudes muy expresiva de esta clase media trabajadora desclasada convertida en masa adobada, que nunca antes, ni los que son más viejos en ella hicieron nada contra el franquismo, o incluso defendían que con Franco pan, paz y trabajo, ni sus hijos y nietos en democracia, habían salido a la calle en defensa de sus reivindicaciones y por una perspectiva de sociedad no capitalista y neoliberal como la que aceptan, ni contra las guerras y por la paz. También queda claro que después de muchos años de adoctrinamiento reaccionario en las escuelas, al más puro estilo franquista, muchos jovencitos salen a la calle imbuidos de historietas que los hacen héroes de comic, sin haberse enterado de nada. Y más claro aún, que los medios de comunicación- propaganda del régimen pujolista son capaces de imitar y superar a los de la Dictadura franquista en cuanto a mentir y lavar el cerebro y tienen un relativo éxito.
Lo de esta pasada semana en Catalunya, y especialmente en Barcelona, es una muestra más de la degradación moral y política de estos aventureros que, a pesar de estar derrotados en todas las quimeras y locuras que han puesto en marcha, son capaces de impulsar a muchos jovencitos de escuela a salir a la calle a gritar, vociferar, quemar contenedores, romper escaparates, amenazar a la gente e incluso agredir y pegar a muchas personas que les recriminan estas actuaciones. Y si no fuera suficiente con los que Torra y su gobierno y socios impulsan con su «apreteu» (apretad), dirigido a los niñatos y personas mayores que han pasado de la pasividad eterna al movimiento continuo para no ir a ninguna parte, estimulan la llegada de grupos organizados especialistas en la Kale Borroka en Euzkadi, y en otras zonas de España y de Europa. Son el fascioacratismo de toda la vida que no ha hecho nunca nada útil para los trabajadores, para los jóvenes y para los viejos, que no organiza la movilización contra las guerras y que se carcajea de la solidaridad de los que no hace mucho tiempo, y aún hoy aunque menos, habían defendido con sus luchas el internacionalismo entre todos los trabajadores, en España y en el mundo. Ahora son necesarios cuatro incendiarios y destructores en Barcelona para aprovechar la ocasión que les brindan los energúmenos del secesionismo con la excusa de los «presos políticos», es decir de los políticos delincuentes que fueron condenados por vulnerar todas las leyes, Constitución y Estatut d´Autonomía en primer lugar, y los más elementales comportamientos democráticos.
Todo esto lo preparaban una minoría desde hacía muchos años y lo hacían en serio desde 2010 que con la crisis-estafa recién llegada, no encontraron otra forma de pagarla que reduciendo derechos económicos, laborales y sociales, recortando, privatizando y vendiendo servicios públicos, dando el ejemplo a la España del PP o del PSOE para que hiciera lo mismo, como así fue. Y para justificar sus recortes inventaron el célebre «ESPAÑA NOS ROBA» y pusieron en marcha los 9 años de agitación nazional-independentista, aumentando de año en año los objetivos hasta que se pegaron la hostia en 2017. Y mientras tanto surgió la noticia tan callada durante 30 años, pero conocida por muchos y denunciada por Maragall, que luego se calló, de que la Generalitat y CIU y aledaños cobraban, es decir robaban, comisiones mínimas del 3% para conceder obras. Y en 2014 salió que Jordi Pujol y su familia se habían hecho de oro saqueando y llevando el dinero a los paraísos fiscales. Previamente, Lluis Prenafeta, Secretario de Presidencia de Jordi Pujol y Macià Alavedra, ex consejero de Economía de la Generalitat, ya fueron detenidos por su implicación directa en el caso de corrupción urbanística conocido como Pretoria.
En 2017 toda esta aventura reaccionaria de los nazional-independentistas culminó en septiembre en el Parlament, aprobando unas leyes que vulneraban el poder legislativo, el ejecutivo y el judicial y convertían Catalunya en una Dictadura, que permitía la persecución de los disidentes y que liquidaban una Constitución Española que habían aprobado el 90 % de los votantes catalanes y echaban a la papelera el mismo Estatut. Fue un golpe de Estado Institucional, apoyado en la calle por las movilizaciones que impulsaban desde todos los medios institucionales y de comunicación. Y lo hacían muy en serio, a pesar de que sus prácticas chapuceras demostraron hasta qué punto estaba Catalunya «gobernada» por unos inútiles aventureros políticos y embusteros compulsivos cómicos. Y esto no se cortó políticamente a tiempo, mirándose los antiguos socios de reojo, PP y CiU, hasta que el 8 y el 29 de octubre salieron, salimos a la calle centenares de miles de personas rompiendo el silencio y denunciando sus políticas dictatoriales. Y Puigdemont acusó el golpe, teniendo que aceptar que la calle no era solo suya, aunque continuó con la chapuza hasta que se aprobó el 155.
Lo demás es conocido. Detenciones, huídos, hasta desembocar en el juicio celebrado hace unos meses por el Tribunal Supremo. Una actitud francamente peculiar por la mayoría de los acusados, que si antes gobernando parecían caciques prepotentes, en el juicio eran corderitos. Eso sí, a pesar de hacer un paripé que daba vergüenza política ante las preguntas, como buscando la complicidad o la piedad de los juzgadores, acabaron con el célebre «No hem fet res, però ho tornarem a fer» (No hemos hecho nada pero lo volveremos a hacer). Y se hizo pública la sentencia el pasado lunes, 14 de octubre de 2019. La sentencia es matizada, delito de sedición y no de rebelión, adecuada para contribuir a avanzar en la solución del problema. No hay ni impunidad ni revancha. Funciona, a pesar suyo y de muchos cantamañanas de la progresía de salón, el Estado de derecho, con todas las imperfecciones y arbitrariedades que hay en muchos otros estados democráticos, lo que significa que la sociedad, en esto, en la Constitución y en las leyes y en todo lo que sea mejorar el funcionamiento colectivo debe continuar trabajando, planteando y exigiendo soluciones. Pero esto solo es posible acatando la ley y condenando sin paliativos la violencia que han desencadenado esta pasada semana y quedando claro que cualquier diálogo y negociación solo son posibles en el marco de las normas democráticas de las que nos hemos dotado: Constitución, Estatut y lo que se deriva de ellas.
Antes de terminar no tengo más remedio que hablar de las actitudes de los dos sindicatos mayoritarios: CCOO y UGT. Es lamentable que CCOO y UGT de Catalunya, con el silencio y la tolerancia de las Confederaciones estatales, continúen su tarea de peones del nacionalismo y del independentismo. Hace tiempo que se han convertido en palanganeros del régimen contra los intereses de todos los trabajadores y trabajadoras. Yo, y unos cuantos más que vivimos la creación, el desarrollo y la consolidación de CCOO sentimos vergüenza ante este comportamiento y tristeza ante la necrosis moral y sindical que padece lo que fue un gran sindicato de clase.