Todos saben que el estilo empieza por los pies, así que es normal preocuparse por lucir un calzado impecable que complemente el estilo de quien lo lleve. A veces, algunos están dispuestos a sacrificar un poco de comodidad por tener modelos más extravagantes o más altos.
Pero cuando se trata de trabajo, siempre es mejor darle prioridad a la comodidad antes que todo, o mejor, encontrar calzados perfectos para trabajar de forma que combinen tanto estilo como bienestar. Existen ciertas consideraciones que se deben tener en cuenta a la hora de elegir y usar estas prendas adecuadamente.
Elección del modelo
El calzado de trabajo necesita ser ergonómico, pues su diseño debería priorizar el agarre y la comodidad. Esto incluye la altura del modelo, que las costuras estén bien ubicadas para que no maltraten con el roce o la presión; y el diseño de la plantilla, que debe proporcionar un buen apoyo para el arco del pie. Así también, el tipo de ajuste juega un papel importante, pues aquellos zapatos que tienen cordones o cierres con velcro, permiten que el usuario los ajuste bien de acuerdo al tamaño de su pie.
El material de fabricación es otro factor a considerar. Si alguien estará mucho tiempo utilizando las mismas zapatillas, necesitarán ventilación para que no se generen malos olores. Por otro lado, quienes trabajen bajo el sol deben evitar los materiales que absorban calor, como algunos tipos de plástico y semicuero.
Los textiles son una buena opción, así como los materiales especiales de los fabricantes de calzados de calidad, que consideran la transpirabilidad y la transferencia de calor, al elegir sus materias primas.
El tipo de oficio puede requerir algunas consideraciones especiales. Por ejemplo, dureza y protección para trabajos en obras y materiales resistentes para quienes se expongan a químicos.
Cuidado de la pisada y descanso del calzado
Para algunos problemas de pisada, el uso de plantillas ortopédicas es una bendición. Alivian los dolores causados por el desequilibrio al caminar y ofrecen un apoyo más profesional que algunos fabricantes genéricos.
Una medida también aconsejable es dejar que los zapatos descansen. Es decir, evitar el uso continuo y diario del mismo par. Esto permite que las piezas se aireen, lo que disminuye la generación de malos olores, y también le da descanso al pie el hecho de variar el apoyo, las costuras y la sujeción.
Los tacones altos y finos son una elección desaconsejable para el uso prolongado, porque la pisada es forzada y la postura del pie es antinatural. En su lugar, se pueden elegir tacones más bajos y no tan finos. O en caso de que no se quiera sacrificar la altura, modelos de plataforma que sean altos también en la zona de los dedos del pie, para que no tengan que soportar tanta presión.
Nunca estrenar un par en jornadas largas
Incluso si se tiene confianza con una marca o fabricante en específico, no se deberían utilizar zapatos nuevos para largas jornadas de trabajo. En ocasiones, algunos pequeños detalles como costuras, cierres o materiales un poco duros, se pueden volver un auténtico martirio. De hecho, las zapatillas resultan muy cómodas tras algunos usos que las ablanden y se amolden al pie.
Por este motivo, siempre se deben probar las nuevas adquisiciones, al menos una vez, para salidas cortas. O si se quiere, incluso se pueden realizar pruebas en casa, utilizando el calzado durante un rato e intentando caminar moderadamente.
En el caso de que sea imposible realizar estas pruebas con anticipación, se puede tomar la previsión de llevar un par alterno en la mochila, para realizar el cambio si la circunstancia lo exige. Es un peso adicional en la cartera o maletín, pero vale mucho la pena este tipo de previsión con los zapatos.
Cuidado del calzado y vencimiento
Si los zapatos se cuidan adecuadamente, durarán mucho más tiempo. Las limpiezas deben realizarse con productos apropiados, por ejemplo, las ceras y cremas para el cuero, que no sólo mejoran el aspecto y el lustre, sino que previenen el agrietamiento de la piel.
Atender los cortes y zonas despegadas o descosidas es importante. Cuando se sigue utilizando un zapato, aunque tenga un pequeño roto o descosido, lo más probable es que el problema siga creciendo y que la reparación deba ser más grande.
Por último, se debe reconocer cuándo un par de zapatos ha alcanzado el fin de su vida útil. En algunas ocasiones se pueden recuperar algunos defectos, como reemplazar la plantilla, la suela o el velcro, pero cuando han perdido su forma o la suela desgastada genere una pisada incorrecta, así como otras señales de uso que interfieran con el óptimo funcionamiento del zapato, es indicativo de que debe reemplazarse.