Un «nuevo» año con los mismos carriles usados

In Silbando la Internacional
enero 16, 2020
Paco Frutos: Los nacionalismos, pasaporte a la violencia

Yo no soy muy dado a felicitar fiestas de guardar ni a desear felicidades para nuevos años. Y sé que muchas veces hacerlo es una sincera muestra formal de buenos deseos para las personas más cercanas o más conocidas de tus alrededores, y con las que tienes más afinidades y relaciones. En consecuencia, y habiendo dicho lo anterior, os deseo a todas las buenas personas que 2020 sea un momento en el que podáis realizar las mejores y más necesarias cosas en el plano de la familia, de las amistades, del compromiso moral y político, por la solidaridad y hermandad hasta donde sea posible entre todos los trabajadores/as y ciudadanos y por el fin de las criminales guerras y por la paz y la colaboración entre los pueblos. En primer lugar con los trabajadores de aquí, con los cuales convivimos diariamente en todas las regiones españolas y trabajamos y luchamos desde siempre para mejorar las condiciones laborales y sociales y tengamos una vida lo más digna, culta y plena posible. Y en segundo término, y al mismo nivel, con los trabajadores, ciudadanos y pueblos del mundo, especialmente con aquellos cuyas condiciones de vida sean más difíciles y precarias por la explotación y saqueo al que han sido sometidos y necesiten la colaboración de los países más desarrollados económicamente. Y con un recuerdo especial a Evo Morales y lo que representa, y representará, en el futuro de Bolivia y de América, frente al instinto depredador y criminal de los gánsteres que el capital de Bolivia, de EEUU y del mundo enviaron a ese país para liquidar las grandes mejoras en las condiciones de vida de aquel pueblo que los años de gobierno del Movimiento al Socialismo (MAS) habían producido.

Después de esta breve entradilla toca ver y repasar lo que nos deja encima la mesa el pasado 2019. Conocerlo y saberlo tratar es la única forma de poder intervenir, si así lo deseamos, en la realidad económica, social y política, para intentar, al menos, que sea lo más favorable a las mayorías del trabajo. En 2019 hemos tenido elecciones a granel, recordándome aquellos tiempos en que el aceite, o el azúcar, se pedían a granel en las tiendas por gramos, cuartos o medios quilos, ya que los pobres recursos económicos no daban para más. Pues bien, elecciones todo el año: hablando los políticos de ellas, preparándolas, obteniendo resultados, con más participación incluso que el aburrimiento y desprecio de la gente por la política presagiaban. Y luego largos debates, o más bien monólogos, sobre pactos, acuerdos, uniones, coaliciones, o lo que salga.

Una historia anual, después de las elecciones de abril y mayo de 2019, en la que quedan claras algunas cosas: el PSOE subió en abril y bajó en noviembre; Podemos y auxiliares bajaron en las dos ocasiones, de 71 a 42 escaños en abril y a 35 en noviembre; VOX pegó un salto espectacular en abril y noviembre y debemos saber con exactitud por qué; y Cs se hundió, de los 57 escaños en abril a los 10 en noviembre, gracias a divagar desde el centro a la derecha extrema sin sentido. El resto se mantuvo más o menos igual. Y Pedro Sánchez y la dirección del PSOE estuvieron todo el pasado verano levantando con altanería miserable sus 123 diputados/as exigiendo que Podemos y socios les votaran por su gracia política, jugueteando con coaliciones arriba y abajo. Y Podemos ensimismado, después de haber fracasado ya en aquel célebre sorpasso que debían haber hecho al PSOE tiempo ha, mirando la mano de Pedro Sánchez para adivinar dónde escondía éste la moneda. Se bañaron en agosto esperando a septiembre a que el «líder» decidiera. Y el líder decidió, elecciones en noviembre para arrasar, después de quedar claro, según él, que el PSOE es la trinchera contra VOX y la extrema derecha, la única alternativa sólida de gobierno y el partido que manda a Franco al desván…,etc. Pero las cosas en la vida política real son más complicadas que los deseos, a veces enfermizos, de los caudillos. Y, mira por dónde, lo que era imposible durante meses en verano, quizás por efecto del calor, que debe encoge el estado de ánimo y la inteligencia, fue posible en unas pocas horas después de los resultados electorales. El abrazo sentido, generoso, solidario y hasta tierno entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, Pedro y Pablo a partir de ahora, selló el acuerdo. Terminó el desencuentro, empezó el encuentro. Esperemos que dure y salgamos de la provisionalidad, ahora que ya están formando gobierno para aplicar políticas, dicen, más justas y creíbles que las actuales.Tenemos gobierno de coalición, de agregación o de unión, todo liga con sillón, y aunque no siempre despierte ilusión esperemos que no vuelva la desunión, al menos durante un tiempo. Yo no tengo absolutamente ninguna confianza en este gobierno, ni en un personajillo como Sánchez que lo quiere controlar todo al más puro estilo dictatorial, sin ningún escrúpulo democrático, como pone de relieve en la elección de Dolores Delgado como fiscal general, por poner un solo ejemplo. O sea, ahora cada mochuelo a su olivo y a esperar que salga el sol.

En 2019 también hubo cosas interesantes en el plano social y político con acciones y movilizaciones en defensa de los derechos colectivos. Y, sobre todo, hubo una en el plano moral, que es la forma de convertir la política en lo más digno para defender una vida libre, digna y ejemplar. Solo quiero remarcarla como una de las que más me han llegado al pensamiento y al sentimiento. Después de 16 años del asesinato por las tropas de EEUU del cámara José Couso, la Audiencia Nacional ha reconocido el derecho de la familia de este a recibir una indemnización de 182.000 euros del estado, por la omisión de protección diplomática en relación con su fallecimiento el 8 de abril de 2003 en Bagdad. El Estado, incluido el Congreso de los Diputados, en su momento, se limitó a aceptar las explicaciones de los EEUU, los responsables del crimen, dando por terminada la cuestión y haciendo caso omiso de las exigencias de la familia Couso para que se depuraran las responsabilidades de EEUU y de los asesinos de su familiar, algo que la familia Couso no acepta y continuará denunciando el crimen, no aceptando el silencio por una cantidad de dinero. Me siento reconocido en esta actitud y saludo a Javier Couso y a todos los familiares con todo el cariño y solidaridad.

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Francisco Frutos Gras fue Secretario General del Partido Comunista de España (PCE) entre 1998 y 2009. Parlamentario del Congreso de los diputados de 1993 hasta 2004. En diciembre de 1999 encabezó la candidatura de Izquierda Unida a las elecciones generales de marzo del 2000.