Grandes campos de concentración, genocidio, muertes, vejaciones… fueron algunos de los pilares en los que se basó el nazismo liderado por Adolf Hitler. Líderes del “mundo” en aquel entonces que fraguaron su sepultura tras las calamidades y horrores que hicieron pasar a numerosos ciudadanos de todas partes del Viejo Continente.
Año 1934, Alemania. Adolf Hitler llega al poder, ganando unas elecciones democráticas que lo llevaron, años más tarde, a ser el mandatario más temido y sangriento de la vieja Europa. A pesar de haber comenzado su andadura política dentro de un partido obrero, poco a poco sus pensamientos fueron cambiando, hasta instaurar un régimen totalitario en Alemania, conocido como el Tercer Reich.
El objetivo no era otro que impulsar la raza aria, o lo que es lo mismo, los “alemanes más puros”, estableciendo características físicas concretas para saber diferenciar claramente los que, según ellos, eran de una raza superior y los que eran de una raza inferior. Para asentar su política de terror, se rodeó de otros hombres que, nada más lejos de la realidad, pensaban igual o peor que él. El miedo fue su gran aliado durante esta época pero, como se dice popularmente, “torres más altas cayeron” y el 30 de abril de 1945, se cerró esta etapa con su muerte, después de haber dejado millones de fallecidos.
Hitler y el carnicero de Praga
Sus pensamientos perversos hicieron que Hitler creara un equipo de “monstruos” aniquiladores para implantar su política del terror. Uno de sus hombres favoritos era el temible jerarca nazi Reinhard Heydrich quien se convirtió rápidamente en uno de los grandes líderes del nazismo. Su crueldad y sus “métodos” (poco ortodoxos) para imponer la política del nazismo, hicieron que se ganara a pulso el sobrenombre de “el carnicero de Praga”, algo paradójico puesto que, fue precisamente en esta ciudad, años más tarde, donde encontraría la muerte tras sufrir un atentado.
Fue el responsable de que millones de judíos murieran durante el holocausto nazi, siendo además el que inventó la llamada “solución final”, ya que creó el plan para que Alemania atacara Polonia y comenzara la II Guerra Mundial. A lo que se suma la Operación Skoblin, donde se falsificaron documentos para implicar a los rusos.
Se le atribuyen delitos de extorsión y chantaje, sobre todo entre los miembros de la alta sociedad checa.
Der treue Heinrich
El apodo durante años de una “mano derecha” de Hitler, el cruel líder de las SS Heinrich Himmler. Fue uno de los grandes dirigentes del nazismo, jefe de la SS y uno de los que más participaron en el holocausto. Obsesionado con la superioridad de la raza aria, fue juzgado por numerosos crímenes de guerra, aunque nunca llegó a cumplir la condena, ya que se suicidó con cianuro en 1945.
Fue el responsable de crear los campos de concentración que controló durante años. Precisamente por este cargo, fue el principal jefe en organizar las matanzas de las personas que se encontraban en estos campos. Los números asustan, puesto que en su cuenta se encargó de ordenar las muertes de en torno a 6 millones de judíos, entre 200.000 y 500.000 personas de raza romaní, además de otros tantos yugoslavos, polacos, soviéticos, franceses, españoles… Un total de casi 14 millones de fallecidos.
Himmler en Mauthausen
Mauthausen fue uno de los campos de concentración más terroríficos y sangrientos. Englobaba un conjunto de subcampos y, según se decía, muchos eran los que entraban y pocos los que salían de allí. Era conocido popularmente como el campo de los españoles, puesto que los republicanos españoles en Mauthausen tuvieron una gran representación más de 7.000 pasaron por allí, de los cuales, en torno a 5.000 fallecieron.
Situado en Austria, el campo se encontraba cerca de una cantera la cual sirvió para obligar a todos los prisioneros a realizar trabajos forzosos en la misma.
Mauthausen era uno de los campos de concentración preferidos de Himmler, por su dureza a la hora de tratar a los prisioneros y por la “eficacia” que tenían estos en la fabricación de productos que aportaban riqueza y notoriedad al nazismo.
Se estima que alrededor de 235.000 personas pasaron por este campo, con más de 100.000 muertes contabilizadas. Aunque muchos de ellos fallecieron por las malas condiciones de vida, falta de higiene, mala alimentación y enfermedades a causa de no tener una buena asistencia médica, también otros murieron bajo alguno de los métodos de exterminio que allí se procesaban, realmente inhumanos.
Entre otros, celdas de castigo sin comida y agua; flagelaciones; cámara de gas; duchas heladas; tiroteos; ahorcamiento; experimentos médicos; o fusilamientos.
El nazismo acabó con alrededor de 9 millones de personas, con tan solo 80.000 supervivientes. Los nazis intentaron eliminar pruebas cuando fueron capturados, por este motivo, solo se pudo identificar a unas 40.000 víctimas.
Aunque muchos piensen que esta barbarie queda muy atrás, la sombra del nazismo amenaza de nuevo a Europa. En muchos puntos del Viejo Continente los partidos de ultraderecha están ganando terreno, con cada vez más seguidores que ondean banderas nazis y recuerdan la figura de Hitler. Realmente da miedo. En pleno siglo XXI, hay quienes se plantean que un neonazismo puede ser de gran ayuda para mejorar el mundo, no obstante, esto es algo que no se debe permitir si no se quiere volver atrás y tener un nuevo holocausto.