La idea de extender la vida laboral para maximizar los beneficios de pensiones, como los de la Seguridad Social, se presenta frecuentemente como una estrategia ideal para la jubilación. Sin embargo, un análisis reciente plantea que esta opción no es viable para una gran parte de la población trabajadora, especialmente en el contexto estadounidense, donde las condiciones laborales y las realidades demográficas son muy diversas.
En el libro “Overtime: America’s Aging Workforce and the Future of Working Longer”, editado por Lisa F. Berkman y Beth C. Truesdale, se revela que la premisa de trabajar más allá de la jubilación tradicional no es una solución práctica para muchos. Los editores destacan que las condiciones laborales precarias, las responsabilidades familiares de cuidado, problemas de salud y la discriminación por edad son obstáculos que impiden a muchos trabajadores continuar en activo hasta edades avanzadas.
Realidades del Trabajo y la Jubilación
La Administración de Seguridad Social de EE. UU. proporciona estadísticas que respaldan esta afirmación. Aunque un 13% de los trabajadores cercanos a la jubilación cree que esperar para reclamar su pensión es una buena estrategia, solo un 5% realmente lo hace hasta los 70 años. En cambio, alrededor de un 25% de los hombres y un 33% de las mujeres optan por cobrar sus beneficios tan pronto como son elegibles a los 62 años.
Esta tendencia refleja un problema más profundo: un informe del National Bureau of Economic Research señala que muchos estadounidenses son malos ahorradores y se enfrentan a la realidad de alcanzar la vejez con escasos recursos. Esto se traduce en que, si bien el retrasar la jubilación podría ofrecer beneficios teóricos, en la práctica, las limitaciones que enfrentan los trabajadores mayores son considerables.
Los editores de Overtime argumentan que, aunque el aumento de la esperanza de vida sugiere que se necesita un ingreso mayor para sustentar años adicionales de vida, esta no es una solución viable si no se toman en cuenta factores como las desigualdades demográficas y de salud, así como la dinámica familiar y laboral.
Además, proponen que las políticas de jubilación y discapacidad deben ser complementarias a las políticas que promueven el trabajo a largo plazo. Esto significa que para que una política de trabajo a mayor edad sea efectiva, se debe asegurar la existencia de empleos de calidad que permitan a los trabajadores mayores participar de manera significativa en la fuerza laboral.
Las implicaciones de este análisis son significativas, no solo para los trabajadores en EE. UU., sino también para otros contextos donde las políticas de bienestar social y laboral podrían beneficiarse de un enfoque similar. La atención a las condiciones laborales, el cuidado de la salud y la dignidad en el trabajo son aspectos que deben ser considerados para fomentar un entorno en el que todos los trabajadores, independientemente de su edad, puedan contribuir y disfrutar de una jubilación digna.
