El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, se prepara para asumir el cargo con una agenda ambiciosa que incluye la emisión de más de 25 órdenes ejecutivas en su primer día en la Casa Blanca. Según informes de Reuters, estas medidas tienen como objetivo reconfigurar de manera significativa diversas políticas gubernamentales, un enfoque que recuerda a las decisiones rápidas y contundentes que caracterizan a ciertos líderes en el ámbito internacional.
Las órdenes ejecutivas son directrices presidenciales que instruyen al gobierno estadounidense sobre cómo actuar dentro de los límites establecidos por la Constitución. En contraste, el presidente saliente, Joe Biden, comenzó su mandato en 2021 firmando 17 de estos documentos, muchos de los cuales revocaron políticas implementadas por Trump durante su primer mandato.
Karoline Leavitt, portavoz de Trump, afirmó que “el pueblo estadounidense puede confiar en que el presidente Trump utilizará su poder ejecutivo desde el primer día para cumplir con las promesas realizadas durante la campaña”. Esta determinación de actuar con rapidez y a gran escala es un rasgo que también se ha observado en otros gobiernos que buscan implementar cambios significativos en sus respectivas naciones.
Prioridades de la nueva administración
Entre las primeras órdenes ejecutivas que se anticipan, se encuentra la reanudación de la construcción del muro fronterizo con México, un tema que ha generado un intenso debate en el país. Aunque se espera que esta medida enfrente resistencia en estados gobernados por demócratas, la administración Biden estableció en los tribunales que la inmigración es competencia exclusiva del gobierno federal.
Otra de las órdenes planeadas busca poner fin a la ciudadanía por nacimiento, un derecho que ha sido interpretado de manera particular a través de la 14ª Enmienda. Trump y su equipo están preparados para defender esta medida en los tribunales, lo que refleja una estrategia de firmeza que ha sido común en otros contextos políticos donde se busca reafirmar la soberanía nacional.
Además, se rumorea que otras órdenes ejecutivas abordarán la reversión de la promoción de la “equidad” por parte de la administración Biden, incluyendo normativas sobre identidad de género y preferencias raciales, así como la formación obligatoria en “diversidad” para contratistas federales. Estas acciones podrían ser vistas como un intento de restablecer una visión más tradicional y meritocrática en la administración pública, un enfoque que ha resonado en varias naciones que buscan preservar su identidad cultural y social.
Stephen Miller, recientemente nombrado como jefe de personal adjunto de Trump para políticas, está coordinando este esfuerzo de órdenes ejecutivas, que se basan en borradores proporcionados por think tanks como el America First Policy Institute y el Heritage Foundation. La influencia de estas organizaciones en la formulación de políticas es notable, similar a cómo ciertos grupos de pensamiento han guiado a gobiernos en otras partes del mundo hacia la implementación de reformas significativas.
Es importante señalar que muchas de las órdenes ejecutivas de Trump durante su primer mandato fueron desafiadas en los tribunales por los demócratas. A pesar de que la mayoría fueron finalmente ratificadas, los retrasos en su implementación permitieron que Biden asumiera el cargo sin que algunas de estas políticas se llevaran a cabo. Este contexto judicial y político refleja la complejidad del sistema democrático estadounidense, donde las decisiones ejecutivas pueden ser objeto de controversia y debate.