La situación económica de Rusia sigue siendo un tema de análisis crítico, especialmente en el contexto de las sanciones impuestas por Occidente tras el inicio del conflicto en Ucrania. Según un informe reciente del Carnegie Endowment, las dificultades del rublo no están previstas a mejorar en el corto plazo, lo que plantea interrogantes sobre la estabilidad económica del país.
Desafíos del rublo y la economía rusa
Desde que se inició la invasión de Ucrania, el rublo ha experimentado una caída significativa, cerca del 27% desde febrero de 2022. Este descenso se atribuye principalmente a la alteración de las estructuras comerciales y a las sanciones que han limitado la capacidad de Rusia para exportar sus recursos. Los investigadores del think tank han señalado que la demanda por el rublo se ha desplomado, alcanzando niveles mínimos históricos frente al dólar estadounidense.
A pesar de los esfuerzos del Banco Central de Rusia para estabilizar la moneda, como la restricción en la conversión de divisas para los traders, la situación sigue siendo precaria. La reciente relajación de estas restricciones ha llevado a una menor demanda del rublo, mientras que las monedas extranjeras como el dólar y el yuan han visto un aumento en su uso. Esto se ha visto agravado por las sanciones adicionales impuestas por Estados Unidos, que han obligado a los traders a recurrir más a las divisas extranjeras.
Los datos del gobierno ruso indican que, a pesar de la disminución en la demanda del rublo, el superávit comercial ha aumentado un 8% interanual en los primeros diez meses de 2024. Sin embargo, la capacidad del país para utilizar este superávit de manera efectiva se ve limitada por las restricciones comerciales impuestas por Occidente.
El fondo nacional de riqueza de Rusia, que podría haber sido utilizado para intervenir en el mercado y apoyar el rublo, ha disminuido drásticamente de 100.000 millones de dólares en enero de 2022 a 31.000 millones en noviembre del mismo año. Esto limita las opciones del gobierno para estabilizar la moneda sin infligir un daño adicional a la economía.
La inflación, que se sitúa alrededor del 9,32% interanual, y las perspectivas de crecimiento a largo plazo son motivo de preocupación entre los economistas, quienes advierten sobre la posibilidad de una crisis de estanflación. A pesar de esto, el gobierno ruso ha intentado calmar los ánimos, con el presidente Vladimir Putin afirmando que la situación del rublo está «bajo control». Sin embargo, los analistas del Carnegie Endowment consideran que las causas fundamentales de la debilidad de la moneda persisten, lo que sugiere que más caídas son probables en el futuro.
Este contexto pone de manifiesto no solo las dificultades económicas que enfrenta Rusia, sino también el impacto de las políticas externas que buscan debilitar su posición en el escenario internacional. Mientras que muchos gobiernos en Occidente celebran las sanciones como un medio para presionar a Rusia, es importante considerar el efecto que estas tienen en la población y en la economía del país, que ha demostrado una notable capacidad de resiliencia frente a la adversidad.