La acumulación de carbono fósil en productos humanos supera al de la naturaleza, advierten expertos

In Ciencia y Tecnología
diciembre 23, 2024

Un reciente estudio publicado en la revista Cell Reports Sustainability revela una faceta poco considerada del impacto del carbono fósil en la economía global. Mientras que es bien conocido cuánto carbono derivado de combustibles fósiles se emite anualmente a la atmósfera, el estudio señala que los seres humanos están añadiendo aproximadamente 400 millones de toneladas de carbono fósil a productos duraderos como plásticos, edificios e infraestructuras. Estos productos, aunque podrían considerarse un «sumidero de carbono», requieren una gestión adecuada de residuos para evitar convertirse en peligros ambientales.

Klaus Hubacek, economista ecológico y autor principal del estudio, subraya la importancia de centrar la atención en los stocks de carbono en lugar de solo en los flujos. «Hemos acumulado más carbono en productos hechos por el ser humano en el planeta que el que existe en el mundo natural, pero lo pasamos por alto, y esos stocks siguen creciendo», afirma Hubacek desde la Universidad de Groningen.

Salvaguardando el carbono en la tecnosfera

La «tecnosfera», que comprende todos los artefactos creados por el ser humano, tanto en uso como desechados, es un área donde se conoce poco sobre la acumulación de carbono fósil. Para estimar estas acumulaciones y su evolución a lo largo del tiempo, los investigadores utilizaron datos disponibles públicamente sobre los insumos y productos de diferentes sectores económicos globales, centrados en el año 2011, el único para el cual existen datos materiales a nivel global.

El estudio reveló que en 2011, el 9% del carbono fósil extraído fue acumulado en productos duraderos dentro de la tecnosfera. Para poner esto en perspectiva, si este carbono se hubiera emitido como CO2, habría casi igualado las emisiones de la Unión Europea en ese año (3.7 Gt frente a 3.8 Gt de CO2 emitidos). La construcción de edificios e infraestructuras fue responsable de la mayor acumulación de carbono fósil, representando un 34%. Además, se encontró que los productos de goma y plástico constituían el 30% del carbono acumulado, seguidos por el betún (24%) y maquinaria y equipos (16%).

Los investigadores extrapolaron sus hallazgos de 2011 para estimar la cantidad de carbono fósil que fluyó hacia la tecnosfera entre 1995 y 2019. Se estima que durante este período se añadieron 8.4 mil millones de toneladas de carbono fósil, lo que equivale aproximadamente al 93% de las emisiones globales de CO2 en 2019, y se observó un aumento constante en la cantidad de carbono que ingresaba a la tecnosfera cada año.

Una gran parte de estos productos basados en carbono fósil termina en vertederos o como desechos, donde tardan décadas o incluso siglos en degradarse. Los investigadores estiman que durante el período mencionado, se desecharon 3.7 mil millones de toneladas de carbono fósil, con un 1.2 toneladas llevadas a vertederos, otro 1.2 toneladas incineradas, 1.1 toneladas recicladas, y el resto como residuos.

Franco Ruzzenenti, coautor del estudio, advierte sobre las implicaciones de esta acumulación: «Por un lado, se puede considerar como una forma de secuestro de carbono si este carbono fósil termina almacenado en un vertedero, pero por otro lado, representa un peligro ambiental, y si se quema, se incrementan las emisiones de carbono».

Para mitigar la cantidad de carbono fósil que entra en los flujos de residuos, los investigadores sugieren aumentar la vida útil de los productos y las tasas de reciclaje. También enfatizan la necesidad de políticas que minimicen la descarga de residuos de los vertederos. En una mirada hacia el futuro, el equipo planea realizar un análisis similar del carbono biogénico, derivado de materiales vegetales, para evaluar su potencial en la estrategia de secuestro de carbono.

El primer autor del estudio, Kaan Hidiroglu, concluye que «investigar el potencial a largo plazo del secuestro de carbono biogénico en productos duraderos permitirá evaluar si diversificar las estrategias de secuestro de carbono, como confiar en el carbono biogénico en materiales duraderos como la madera para la construcción, podría ser una opción viable».

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