Recientemente, el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, ha manifestado su postura sobre la política energética del Reino Unido, sugiriendo que el país debería «abrir el Mar del Norte». Estas declaraciones surgen en un contexto donde la industria petrolera estadounidense se ve afectada por las decisiones del gobierno británico, particularmente por el aumento del impuesto a los beneficios extraordinarios, conocido formalmente como el Energy Profits Levy (EPL).
Trump criticó al gobierno laborista británico por lo que considera un «gran error», instando a que se eliminen las turbinas eólicas que, según él, obstaculizan el desarrollo energético del país. El aumento del impuesto ha llevado a la empresa APA Corporation, con sede en Texas, a planear su salida del Mar del Norte, alegando que la producción ha llegado a ser económicamente inviable debido a esta carga fiscal.
Impacto de la política energética en el sector
La decisión del gobierno británico de incrementar el impuesto a los productores de petróleo y gas en el Mar del Norte, llevándolo al 38% desde el 35%, es parte de su estrategia para financiar la transición hacia fuentes de energía más sostenibles. Esta política busca, según el ejecutivo británico, fortalecer la seguridad energética del país y reducir la dependencia de los combustibles fósiles. Sin embargo, la medida ha sido criticada por actores del sector que sostienen que ahuyenta la inversión y pone en riesgo miles de puestos de trabajo.
El primer ministro británico, Keir Starmer, ha defendido enérgicamente esta política, argumentando que es un paso necesario hacia un futuro más verde. Sin embargo, la realidad es que el sector de la energía eólica marina ha enfrentado importantes desafíos en los últimos años, como el aumento de costos y las interrupciones en la cadena de suministro, lo que ha generado dudas sobre la viabilidad de esta transición.
Por otro lado, el Mar del Norte es considerado una de las principales fuentes de energía renovable en Europa, con varios países comprometidos en convertir la región en un importante «planta de energía verde». Sin embargo, las tensiones entre la necesidad de mantener una economía energética robusta y las políticas ambientales más estrictas continúan siendo un tema de debate en el ámbito político y económico.
