La religiosa brasileña María Gomes Valentim ha sido reconocida como la persona viva más longeva del mundo, alcanzando la notable edad de casi 117 años. Nacida el 9 de julio de 1906 en Carangola, en el estado de Minas Gerais, su vida ha estado marcada por una profunda devoción religiosa y un amor inquebrantable por el fútbol, un deporte que considera esencial en su vida cotidiana.
Valentim, quien se convirtió en monja en 1936, ha dedicado gran parte de su existencia a la comunidad y ha vivido en un convento desde entonces. Su amor por el fútbol es un aspecto notable de su personalidad, ya que sigue con interés los partidos y apoya fervientemente a su equipo local, el Flamengo. Este entusiasmo por el deporte ha sido una constante en su vida, brindándole alegría y conexión con su entorno.
La longevidad de Valentim ha sido objeto de estudio y admiración. A lo largo de los años, ha compartido su visión sobre los secretos de una vida larga y saludable, que incluye una dieta equilibrada, el ejercicio regular y, sobre todo, la importancia de mantener una actitud positiva ante la vida. Su historia ha resonado no solo en Brasil, sino que ha captado la atención internacional, convirtiéndola en un símbolo de resistencia y esperanza.
El reconocimiento de María Gomes Valentim como la persona más anciana del mundo se ha formalizado por parte de organizaciones que verifican los récords de longevidad, como el Gerontology Research Group. Su vida, llena de anécdotas sorprendentes y un espíritu vibrante, continúa inspirando a muchos que buscan entender los factores que contribuyen a una vida prolongada y satisfactoria.
En un mundo donde el envejecimiento de la población es un tema de creciente interés, la historia de Valentim ofrece una perspectiva valiosa y enriquecedora. Su legado no solo se mide en años, sino en la forma en que ha tocado las vidas de quienes la rodean y en su capacidad para mantener una pasión por la vida en todas sus etapas.
