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La ciencia del clima debe abordar la agricultura ante un mundo en calentamiento

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enero 16, 2025

La comunidad científica mundial se enfrenta a un desafío inminente, ya que, según un reciente informe del servicio de cambio climático de la Unión Europea, Copernicus, la temperatura global ha superado por primera vez el umbral de 1.5°C establecido en el Acuerdo de París de 2015. Este hito, alcanzado en 2024, plantea interrogantes sobre el futuro de la agricultura y la seguridad alimentaria en un mundo cada vez más afectado por el cambio climático.

En este contexto, el próximo ciclo de evaluaciones del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), programado para 2028-2029, se presenta como una oportunidad crucial para abordar las lagunas existentes en la investigación sobre los sistemas agroalimentarios y su papel en la crisis climática. La agricultura, que representa aproximadamente un tercio de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, necesita urgentemente una transición hacia prácticas más sostenibles. No obstante, también es fundamental reconocer la vulnerabilidad de este sector ante los desastres climáticos, que han causado pérdidas agrícolas significativas, especialmente en los países más empobrecidos.

Desafíos y preguntas clave para la ciencia climática

Los científicos del clima deberán enfrentarse a tres preguntas centrales que guiarán las futuras investigaciones sobre la intersección entre el cambio climático y la agricultura. En primer lugar, es necesario determinar cómo maximizar el uso de tecnologías existentes que ayuden a los agricultores a adaptarse a las nuevas condiciones climáticas. Innovaciones como los servicios de información climática digital y cultivos resistentes al clima son prometedoras, pero su adopción no se realiza al ritmo necesario para lograr un impacto significativo.

En segundo lugar, los investigadores deben centrarse en cómo hacer que las tecnologías de bajas emisiones sean más accesibles y rentables. Aunque el sector energético ha avanzado gracias a la innovación en energías renovables, la agricultura ha quedado rezagada en términos de inversión en tecnologías limpias. Identificar campos de investigación emergentes y desarrollar políticas adecuadas son pasos cruciales para garantizar que los agricultores cuenten con las herramientas necesarias para adaptarse a un clima cambiante.

Por último, es imperativo abordar la cuestión de cómo acelerar la eliminación de dióxido de carbono (CDR) para complementar las reducciones de emisiones. A medida que aumentan las temperaturas, la capacidad natural de la tierra y los océanos para almacenar carbono disminuye, lo que intensifica la necesidad de intervenciones humanas. No obstante, enfoques como la reforestación podrían reducir la disponibilidad de tierras agrícolas, lo que plantea riesgos para la seguridad alimentaria, especialmente en los países de ingresos bajos y medios.

Los informes del IPCC no solo servirán para informar a los gobiernos sobre los desafíos inminentes, sino que también deberán ofrecer soluciones prácticas basadas en evidencias. El objetivo es empoderar a los responsables de políticas y a los innovadores para que adapten sus estrategias a las realidades locales y se preparen para los aumentos de temperatura previstos.

En este sentido, es fundamental que la justicia climática sea el principio rector de esta transición ecológica. Asegurar que las comunidades más vulnerables, que a menudo son también las menos responsables de la crisis climática, se encuentren en el centro de las políticas y estrategias puede contribuir a un futuro más inclusivo y equitativo.

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