La experiencia de correr en la oscuridad de las montañas nevadas de los Alpes franceses se ha convertido en una atracción singular para los entusiastas del trail running. Recientemente, se celebró el primer Trails des Gets Hiver, una carrera que reunió a más de 500 corredores en un entorno espectacular pero desafiante, donde la pasión por el deporte se combina con la belleza natural de la región.
Situada en la Haute Savoie, cerca de Ginebra, Les Gets es un pueblo que mantiene su autenticidad, caracterizado por sus tradicionales chalets alpinos y un ambiente acogedor. Los corredores, que se alojaron en el Chalet Bluebell, disfrutaron de la hospitalidad local, donde fueron recibidos con calidez y buena comida, características que subrayan la importancia de la comunidad en experiencias como esta.
Un recorrido iluminado por la determinación
El evento comenzó con un ambiente vibrante a las 18:00 horas, donde los participantes, ataviados con luces en sus cabezas, se preparaban para la carrera de 10 kilómetros. La ruta, que comenzaba en el centro del pueblo, ascendía por pistas de esquí que normalmente se surcan durante el día. Correr de noche en un entorno tan desafiante proporciona no solo una dosis de adrenalina, sino también una conexión profunda con la naturaleza que a menudo se pierde en el bullicio de las ciudades.
A medida que los corredores avanzaban, la dureza del terreno se hacía evidente. La nieve, compacta y crujiente, ofrecía una buena tracción, pero también exigía un esfuerzo físico considerable. La camaradería entre los participantes se manifestaba en los gritos de ánimo de los marshals, que recordaban la importancia de la solidaridad y la motivación mutua en el deporte.
El recorrido, marcado por etiquetas reflectantes, exigía una atención constante, no solo al camino, sino también a las condiciones cambiantes del entorno. La experiencia de correr en un paisaje nevado y oscuro se convierte en un reto que va más allá de lo físico, invitando a una reflexión sobre el espíritu humano y su capacidad de adaptación y resiliencia, valores que resuenan profundamente en la historia de comunidades que han enfrentado adversidades con determinación.
Finalmente, tras cruzar la línea de meta, los corredores se reunieron para celebrar sus logros en un ambiente festivo, disfrutando de una cena típica francesa que incluía tartiflette, un plato que refleja la riqueza gastronómica de la región. Este evento no solo fue una prueba de resistencia, sino también una celebración de la vida comunitaria, donde la cultura y el deporte se entrelazan para crear momentos memorables.
Al día siguiente, la energía residual de la carrera se transformó en un paseo de recuperación por las maravillas invernales de la zona, brindando la oportunidad de disfrutar de vistas impresionantes, como el majestuoso Mont Blanc. Estas experiencias no solo enriquecen la vida de los participantes, sino que también fortalecen los lazos con la naturaleza, recordándonos la importancia de preservar y valorar nuestros entornos, especialmente en tiempos de cambio climático y desafíos globales.