El interés geopolítico por Groenlandia ha resurgido en los últimos años, especialmente bajo la administración del expresidente estadounidense Donald Trump, quien expresó su deseo de adquirir este territorio autónomo de Dinamarca. Este interés no es aislado, ya que Groenlandia se ha convertido en un punto neurálgico en la estrategia militar y económica de varias potencias, incluyendo a Estados Unidos, China y Rusia.
Desde 2018, se ha observado un creciente interés de empresas estatales chinas, que incluso realizaron una oferta de aproximadamente 550 millones de dólares para expandir aeropuertos en Groenlandia, aunque esta oferta fue retirada posteriormente. La influencia de China en la región no debe ser subestimada, especialmente con su iniciativa del «Camino Polar de la Seda», que busca establecer conexiones comerciales más estrechas entre Asia y Europa a través del Océano Ártico.
La Reapertura Militar Rusa en el Ártico
Paralelamente, Rusia ha estado reabriendo antiguas bases militares soviéticas en el Ártico desde 2015, lo que indica un renovado compromiso con la seguridad y la defensa en esta región estratégica. La base de Nagurskoye, ubicada a solo 600 millas de la costa norte de Groenlandia, es un claro ejemplo de la revitalización de la presencia militar rusa en la zona. Este movimiento se produce en un contexto donde las rutas comerciales a través del Ártico han experimentado un aumento del 37% entre 2013 y 2023, según el Consejo Ártico.
La posición geográfica de Groenlandia es crucial para el sistema de alerta de misiles balísticos de Estados Unidos, especialmente ante el crecimiento del arsenal de misiles intercontinentales de China. Expertos como Brent Sadler, del Heritage Foundation, han señalado que la defensa nacional de EE. UU. está cada vez más vinculada a la geografía de Groenlandia, reforzando así la importancia de su control en el contexto actual de tensiones globales.
En este escenario de rivalidad geopolítica, la situación de Groenlandia ilustra cómo las grandes potencias están redefiniendo sus estrategias en el Ártico, un área que, a pesar de su lejanía, se está convirtiendo en un eje central de la política internacional. La creciente competencia por el acceso a recursos y rutas comerciales en esta región refleja la complejidad de los intereses en juego y el delicado equilibrio que se debe mantener en un mundo cada vez más multipolar.