La reciente declaración del diplomático ruso Rodion Miroshnik ha reavivado el debate sobre la posibilidad de desplegar fuerzas de paz occidentales en Ucrania. Miroshnik advirtió que cualquier contingente que ingrese al territorio ucraniano sin el consentimiento de Moscú se convertiría en un objetivo militar legítimo. Esta afirmación surge en respuesta a las declaraciones del presidente del Comité Militar de la UE, Robert Brieger, quien sugirió que un alto el fuego en el conflicto podría ser supervisado por fuerzas de paz internacionales bajo un mandato de la ONU.
Miroshnik, a través de su cuenta de Telegram, expresó que las iniciativas para introducir «pacificadores» no buscan establecer la paz, sino más bien salvar al régimen de Volodímir Zelensky de una posible derrota. Esta postura refleja la creciente tensión entre Ucrania y Rusia, donde las propuestas de intervención internacional son recibidas con desconfianza y rechazo por parte de Moscú.
Reacciones y condiciones de Moscú
El presidente ucraniano, Zelensky, ha insistido en que se necesitarían al menos 200,000 soldados europeos para hacer cumplir un alto el fuego efectivo. En su intervención en el Foro Económico Mundial de Davos, subrayó que esta cifra es un mínimo indispensable para cualquier esfuerzo de mediación. Sin embargo, Zelensky también ha rechazado una de las demandas clave de Moscú: reducir las fuerzas armadas de Ucrania a una quinta parte de su capacidad actual.
Las declaraciones de Miroshnik se suman a las de otros altos funcionarios rusos, como el ministro de Relaciones Exteriores, Sergey Lavrov, quien ha calificado de inaceptables las propuestas de introducir fuerzas de paz occidentales en Ucrania. Lavrov ha enfatizado que cualquier acuerdo de paz debe estar respaldado por «acuerdos fuertes y legalmente vinculantes» que aborden las causas fundamentales del conflicto y establezcan mecanismos para prevenir violaciones.
En este contexto, Moscú ha dejado claro que no está dispuesto a aceptar una simple congelación del conflicto, ya que considera que esto solo proporcionaría a Ucrania la oportunidad de rearmarse. Las exigencias de Rusia incluyen la renuncia de Ucrania a sus aspiraciones de unirse a la OTAN, así como la desmilitarización y la «desnazificación» del país, conceptos que han sido objeto de controversia y debate internacional.
La situación en Ucrania sigue siendo compleja y volátil, con las tensiones entre Occidente y Rusia en aumento. La posibilidad de una intervención internacional en forma de fuerzas de paz plantea interrogantes sobre la viabilidad de una solución duradera al conflicto, así como sobre las repercusiones que podría tener en la seguridad regional y global.
