La Controversia en San Mamés: El Papel de los Grupos de Animación
La reciente declaración de Unai Simón, portero del Athletic Club, ha alterado el clima en San Mamés. «Los que no dejan animar, que se queden en casa», expresó, evidenciando una problemática que trasciende el ámbito deportivo. El grupo de animación ICHH ha decidido cesar su apoyo a los jugadores, alegando que el club no los respalda ante un supuesto acoso policial que se traduce en constantes multas por sus cánticos. Esta situación pone de manifiesto la tensión existente entre los aficionados y la institución, así como el papel que juegan estos grupos en la atmósfera del estadio.
La decisión de ICHH ha generado reacciones entre los futbolistas, incluyendo a Iñaki Williams, quien junto a Simón, ha señalado que la presencia de estos ultras no es esencial, sino que, en muchos casos, resulta perjudicial. Los jugadores, generalmente vistos como los principales defensores del club, están comenzando a cuestionar el impacto que estos grupos tienen en la afición en general. La visión de que el campo les pertenece exclusivamente a ellos está siendo desafiada por quienes consideran que la afición debe ser inclusiva y diversa, sin monopolios en la animación. Este cambio de perspectiva puede ser crucial para un futuro en el que el canto y la animación no sean sinónimos de violencia o exclusión.
A la sombra de esta situación en Bilbao, otros grupos de animación, como el Frente Atlético en el Atlético de Madrid, han adoptado tácticas similares. A pesar de que el club ha negado su existencia, sus acciones han influido en el comportamiento de los aficionados en el Metropolitano. Aunque los equipos pueden ganar partidos sin el respaldo de estos grupos, la presión para mantener una animación constante y apasionada persiste. Pero ceder ante este tipo de chantajes podría establecer un precedente peligroso para la relación entre clubes y aficionados, y es un tema que merece una reflexión profunda en el ámbito del fútbol español.
