La práctica del yoga se ha extendido en los últimos años, convirtiéndose en una opción popular para quienes buscan aliviar el estrés y mejorar su bienestar físico y mental. Con una variedad de estilos y enfoques, el yoga puede parecer abrumador para quienes se inician en esta disciplina. A continuación, se presenta una guía sobre los estilos más comunes de yoga, sus características y niveles de intensidad.
El yoga tiene sus raíces en el norte de la India, donde se originó hace más de 5,000 años. Desde entonces, esta práctica ha evolucionado, enfocándose en el movimiento y las posturas físicas. En su esencia, el yoga se compone de asanas, o posturas, que varían desde las más suaves, como la postura del niño, hasta las más exigentes, como la postura de escorpión en vertical. Esta diversidad puede dificultar que los principiantes encuentren el estilo que mejor se adapte a sus necesidades y objetivos.
El hatha yoga, que se traduce como «fuerza», es un estilo suave y accesible, ideal para quienes están comenzando. Las clases suelen centrarse en ejercicios de respiración y las posturas se sostienen durante varias respiraciones, lo que permite una mayor relajación y mejora de la flexibilidad. Por otro lado, el yin yoga se enfoca en la recuperación, estirando el tejido conectivo de los músculos. En este estilo, los alumnos mantienen las posturas durante cinco minutos o más, favoreciendo un acercamiento más profundo a cada posición.
Para quienes buscan una práctica más intensa, el vinyasa yoga ofrece un enfoque dinámico, en el que el movimiento se sincroniza con la respiración a través de una secuencia de asanas. Las clases de vinyasa pueden clasificarse como Flow o Power, siendo recomendadas para personas con un nivel físico más atlético. Sin embargo, es aconsejable que los principiantes inicien en clases de nivel básico para establecer una base sólida. El ashtanga yoga, similar al vinyasa, consiste en una serie fija de posturas que se repiten diariamente, permitiendo a los alumnos avanzar según su propio ritmo y capacidad.
El yoga Iyengar, por su parte, mantiene las posturas del vinyasa pero a un ritmo más pausado. Este estilo se caracteriza por la atención meticulosa a la alineación corporal, utilizando accesorios como cojines, bloques o cintas para facilitar la correcta ejecución de las posturas. Es particularmente beneficioso para quienes son nuevos en la práctica o están en proceso de recuperación de una lesión.
Es importante tener en cuenta que muchos profesores de yoga combinan diferentes estilos en sus clases, lo que puede no estar claramente indicado en la descripción del curso. Por ello, no dude en consultar al instructor si tiene dudas sobre lo que se ofrece. Lo ideal es comenzar con series para principiantes, aunque la mayoría de los profesores están dispuestos a adaptar las clases para alumnos de todos los niveles. La clave es experimentar con distintos estilos hasta encontrar el que mejor se adapte a sus necesidades.
A menudo, quienes prueban el yoga una o dos veces sin éxito se sienten desalentados. Sin embargo, existe una amplia variedad de enfoques que pueden resultar beneficiosos para la vida de cada persona. Por tanto, la perseverancia en la búsqueda del estilo adecuado puede abrir la puerta a una práctica enriquecedora y transformadora.
