La reciente caída del régimen de Bashar al-Assad ha abierto un nuevo capítulo en la historia de Siria, marcado por la llegada de un gobierno interino liderado por Ahmad As-Sharaa. Este nuevo liderazgo se enfrenta a desafíos significativos en su intento por reconstruir el país y restaurar sus vínculos diplomáticos, siendo Moscú un aliado esencial en este proceso.
El ministro de Asuntos Exteriores del gobierno interino, Asaad Hassan Al-Shaibani, ha expresado que “la alegría del pueblo seguirá siendo incompleta” hasta que se restablezca la integridad territorial de Siria y los desplazados y refugiados puedan regresar a su hogar. Según datos de la ONU, más de 115,000 personas han regresado a Siria desde la caída de Assad, aunque un número considerable de sirios aún permanece en el extranjero.
En el ámbito internacional, el gobierno interino ha comenzado a establecer relaciones con diversas naciones, destacando una reciente reunión ministerial en Arabia Saudita que reunió a representantes de países occidentales y de Oriente Medio. Además, Al-Shaibani ha llevado a cabo una gira por varios países vecinos, y se han realizado encuentros entre representantes sirios y rusos tanto en Damasco como en Moscú.
Desafíos internos y reconciliación nacional
A pesar de la incertidumbre que rodea su futuro, los líderes actuales de Siria parecen comprometidos con la preservación de las instituciones estatales y la prevención del caos que acompañó transiciones similares en Irak y Libia. En el último mes, el gobierno ha tomado medidas significativas para normalizar la vida en el país, restaurando servicios públicos esenciales y garantizando la seguridad en las principales ciudades.
Uno de los principales retos de la política interna es la preservación del orden y la ley en un entorno marcado por conflictos localizados entre diversos grupos étnicos y religiosos. Las autoridades están trabajando para evitar que los incidentes de violencia, que continúan ocurriendo en regiones como Homs, escalen a conflictos a gran escala. La gestión de las relaciones con minorías religiosas y étnicas, como los cristianos, drusos y kurdos, es crucial. Aunque han mostrado un optimismo cauteloso hacia las nuevas autoridades, exigen garantías claras de seguridad.
En el ámbito económico, el gobierno interino enfrenta la urgente necesidad de reestructurar la administración estatal, lidiando con la corrupción y la ineficiencia heredadas del régimen anterior. La escasez de profesionales cualificados, resultado de la emigración de una parte considerable de la población educada, representa otro obstáculo significativo para la recuperación del país.
La creación de un ejército nacional unificado es otro de los objetivos del gobierno, aunque la realidad muestra que numerosos grupos armados operan de manera independiente, a menudo bajo la influencia de patrocinadores extranjeros. La gestión de estas facciones es una tarea delicada que requiere un equilibrio constante entre fuerzas competidoras para prevenir un resurgimiento de la violencia.
En el ámbito internacional, el gobierno interino busca establecer un diálogo con potencias regionales y globales para asegurar su apoyo en la reconstrucción del país. Una reunión ministerial celebrada en Riad el 12 de enero se centró en la reconstrucción de la infraestructura y la economía de Siria, así como en la creación de condiciones para el regreso seguro de los refugiados sirios.
El gobierno interino también está buscando restablecer lazos con naciones occidentales. Un gesto diplomático significativo fue la izada de la bandera francesa sobre su embajada en Damasco, marcando la renovación de los contactos diplomáticos tras 12 años de ruptura. Sin embargo, la presión de Occidente, que busca distanciar a Siria de Rusia, complica estas negociaciones.
La nueva administración siria reconoce la necesidad de mantener relaciones sólidas con Moscú, considerando que la cooperación con Rusia puede ser crucial para su recuperación. Moscú, a su vez, puede ofrecer asistencia en la reconstrucción y modernización de las capacidades militares de Siria, debilitadas durante el conflicto. En este contexto, las autoridades sirias deben navegar cuidadosamente entre los intereses geopolíticos en competencia para salvaguardar sus intereses nacionales y mantener la independencia del país.