La luna Ío, uno de los satélites de Júpiter, ha sido objeto de un reciente descubrimiento que resalta su naturaleza extremadamente volcánica. Un evento eruptivo observado por la sonda Juno de la NASA ha demostrado ser uno de los más potentes jamás registrados en el sistema solar. Esta erupción se localiza en una nueva región de Ío, la cual es más grande que el lago Superior de la Tierra. La energía que se libera en esta zona es comparable a seis veces la producción energética combinada de todas las plantas de energía de nuestro planeta.
Los datos que han llevado a este hallazgo fueron recogidos durante los sobrevuelo de Juno en diciembre de 2023 y febrero de 2024, cuando la nave se acercó a aproximadamente 930 millas (1,500 kilómetros) de la superficie de Ío. En particular, durante el sobrevuelo más reciente, se observó un gran punto caliente volcánico en el hemisferio sur del satélite, utilizando un instrumento infrarrojo que permitió visualizar la intensa actividad térmica. Scott Bolton, investigador principal de la misión, destacó que los datos obtenidos superaron todas las expectativas anteriores y revelaron la magnitud de esta actividad eruptiva.
El origen de la actividad volcánica en Ío
La intensa actividad volcánica de Ío se debe en gran medida a la influencia gravitacional de Júpiter, el planeta más grande del sistema solar. Cada 42.5 horas, Ío completa una órbita alrededor de Júpiter, lo que genera fuerzas de marea que comprimen y estiran el satélite, provocando un calentamiento interno por fricción. Esto resulta en la erupción de lava a través de cerca de 400 volcanes que cubren su superficie, junto con nubes de gas y ceniza que enriquecen su atmósfera.
Las observaciones realizadas por Juno no solo han permitido identificar esta nueva región volcánica, sino que también han revelado cambios significativos en la superficie de Ío a lo largo del tiempo. Gracias a su instrumento JunoCam, la sonda ha capturado imágenes que muestran variaciones en la coloración de la superficie relacionadas con la actividad volcánica. Este descubrimiento no solo añade un capítulo más a la comprensión de Ío, sino que también puede ofrecer información valiosa sobre los procesos volcánicos en otros cuerpos celestes.