El primer ministro indio, Narendra Modi, participó en el festival Maha Kumbh Mela, uno de los eventos religiosos más grandes del mundo, donde realizó un ritual de inmersión en las aguas sagradas de la confluencia de los ríos Ganga, Yamuna y Saraswati. Este acto, que simboliza gratitud y purificación, tuvo lugar en Prayagraj, en el estado de Uttar Pradesh, y atrajo a casi 150 millones de personas desde su inicio a mediados de enero.
La presencia de Modi en el festival se produjo pocos días después de una tragedia que dejó 30 muertos y 60 heridos en un estampida en el evento. A raíz de este incidente, las autoridades locales suspendieron temporalmente la práctica del ‘baño sagrado’. A pesar de la tragedia, el primer ministro compartió en redes sociales imágenes de su inmersión, expresando que se sentía «lleno de un espíritu de devoción».
Críticas y medidas de seguridad
La participación de figuras prominentes, como el ministro del Interior Amit Shah y el magnate Gautam Adani, así como celebridades internacionales como Chris Martin de Coldplay, ha generado un debate sobre la seguridad en eventos de tal magnitud. La oposición, liderada por Rahul Gandhi del Partido del Congreso, ha criticado lo que denomina «cultura VIP», instando al gobierno a mejorar las condiciones para los devotos comunes y a tomar medidas más efectivas para garantizar su seguridad.
El gobierno regional de Uttar Pradesh ha afirmado que ha implementado «medidas estrictas» para proteger a los asistentes y ha ordenado una investigación judicial sobre las muertes. Sin embargo, la historia del Maha Kumbh Mela está marcada por incidentes trágicos similares. En 1954, tras la independencia de India, un estampida resultó en la muerte de casi 800 personas. Otros incidentes en 1986 y 2003 también dejaron un saldo trágico de vidas perdidas.
La celebración del Maha Kumbh Mela, que se realiza cada 12 años, es un evento de gran relevancia cultural y espiritual en India, pero la repetición de tragedias plantea serias preguntas sobre la gestión y la seguridad en estos encuentros masivos. La comunidad internacional observa con atención cómo el gobierno indio aborda estas preocupaciones mientras continúa con la celebración de uno de los festivales más importantes de la religión hindú.
