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El gobierno del Reino Unido ha iniciado un ambicioso esfuerzo por integrar la inteligencia artificial (IA) en los servicios públicos, buscando estimular el crecimiento económico y modernizar la administración pública. Esta iniciativa representa un paso crucial en la adopción de esta tecnología en el país, que promete mejorar la eficiencia de los procesos y personalizar la atención al ciudadano. Sin embargo, es imperativo considerar los riesgos inherentes a su implementación en un entorno de desarrollo tecnológico acelerado.
Uno de los principales desafíos que enfrenta esta transición es la construcción de confianza en los servicios públicos. La gestión inadecuada de la IA podría agravar la desigualdad, provocar la pérdida de empleos y erosionar la confianza pública en el gobierno y en las tecnologías basadas en IA. Es fundamental equilibrar las oportunidades que brinda esta tecnología con los riesgos que conlleva, prestando especial atención a la interacción entre la creación y la pérdida de empleo, así como a la necesidad de garantizar la equidad y la transparencia en el uso de algoritmos.
La IA tiene el potencial de generar nuevos puestos de trabajo en áreas como el diseño de algoritmos y el mantenimiento de sistemas. Sin embargo, la automatización de tareas administrativas rutinarias, como la gestión de formularios y registros, amenaza con hacer redundantes muchos roles en el sector público. La transición hacia un modelo laboral más flexible y menos predecible, conocido como «gigificación», tendrá implicaciones inmediatas para los trabajadores cuyas funciones son más susceptibles a la automatización.
La importancia de la supervisión
Los fracasos de los algoritmos de IA son especialmente preocupantes cuando se implementan en el sector público, donde pueden tener consecuencias devastadoras. Un caso emblemático es el escándalo de la Oficina de Correos del Reino Unido, en el que datos erróneos del sistema Horizon llevaron a acusaciones injustas de fraude. Este incidente subraya la necesidad de un marco de supervisión robusto en la implementación de sistemas de IA.
Es vital que el gobierno asegure que los sistemas impulsados por IA sean no solo eficientes, sino también auditable. La supervisión independiente del diseño, implementación y evaluación de estos sistemas es crucial para reducir los riesgos de fallo. Además, es importante reconocer que los algoritmos reflejan sesgos inherentes a su diseño y a los datos con los que son entrenados. En el sector público, estos sesgos pueden tener consecuencias perjudiciales y no intencionadas.
El compromiso con la equidad y la confianza debe estar en el centro del desarrollo de la IA. Los desarrolladores deben utilizar conjuntos de datos diversos y representativos, así como llevar a cabo auditorías de sesgo a lo largo de todo el proceso. La participación ciudadana es esencial, ya que las comunidades afectadas pueden proporcionar información valiosa para identificar fallos y contribuir a soluciones que promuevan la equidad.
Es fundamental que los gobiernos se comprometan a una comunicación clara y accesible sobre los sistemas de IA, permitiendo que los ciudadanos comprendan cómo se toman las decisiones y puedan impugnar y apelar decisiones automatizadas. Aunque la adopción de la IA puede causar disrupciones en las etapas iniciales, es posible que estos desafíos se mitiguen con el tiempo, llevando a servicios más rápidos y personalizados y a oportunidades laborales más significativas para los empleados del gobierno.
La naturaleza dinámica de los sistemas de IA, que evolucionan continuamente con los datos que procesan y los contextos en los que operan, exige que los gobiernos prioricen la revisión y auditoría constante de estos sistemas. La participación de las partes interesadas—ciudadanos, empleados del sector público y socios del sector privado—es esencial para asegurar que la IA responda adecuadamente a las necesidades sociales y cumpla con los estándares éticos establecidos.
La transparencia en la comunicación sobre los objetivos, beneficios y limitaciones de la IA es clave para construir confianza pública y garantizar que estos sistemas se mantengan receptivos a las necesidades de la sociedad. La realización de auditorías independientes por equipos multidisciplinarios puede ayudar a identificar fallos en etapas tempranas y prevenir daños. Para alcanzar el potencial de la IA y asegurar que sus beneficios se distribuyan equitativamente, los responsables políticos deben equilibrar cuidadosamente la eficiencia, la equidad, la innovación y la responsabilidad.
Un enfoque estratégico que priorice la educación, el diseño ético de algoritmos y una gobernanza transparente es necesario. Al invertir en educación, ética de la IA y marcos regulatorios sólidos, los gobiernos pueden garantizar que la IA se convierta en una herramienta para el progreso social, minimizando al mismo tiempo las consecuencias adversas no deseadas.