Europa ante el desafío de su defensa: ¿una nueva era de autonomía militar?

In Internacional
febrero 16, 2025

La reciente evolución de la defensa europea se encuentra en un punto crítico, marcado por la incertidumbre en la relación transatlántica y la necesidad de una mayor autonomía militar. A medida que la administración de Donald Trump reconfigura las prioridades de Estados Unidos, Europa se enfrenta a la imperiosa necesidad de fortalecer su propia capacidad de defensa, un desafío que se vuelve aún más relevante en el contexto de la guerra en Ucrania y las amenazas emergentes en el continente.

La cultura de defensa en Europa

El general Miguel Ángel Ballesteros, exdirector del Departamento de Seguridad Nacional, advierte que Europa podría quedar «sola» ante las advertencias de Trump sobre la OTAN. Esta situación ha llevado a un análisis crítico sobre la disposición de los países europeos a defenderse mutuamente. La pregunta sobre si un joven de Bolonia, Burdeos o Alicante estaría dispuesto a «jugarse la vida por Letonia o Groenlandia» refleja la falta de una cultura de defensa común en la Unión Europea.

Josep Borrell, exalto representante para la seguridad y la diplomacia europeas, ha enfatizado que «la alternativa es sentarse a la mesa o acabar siendo parte del menú». Esta afirmación resuena con la creciente conciencia de que Europa necesita un rearme significativo para no depender de las decisiones estadounidenses, que podrían cambiar con cada elección presidencial.

A pesar de los esfuerzos iniciales, la UE solo ha dispuesto de 1.000 millones de euros anuales en innovación militar, una cifra que contrasta con los 100.000 millones anuales que se estima son necesarios para alcanzar un nivel de defensa adecuado. La percepción de que Europa ha vivido en un «cómodo pacifismo» durante años está comenzando a cambiar, aunque muchos aún son escépticos sobre la posibilidad de construir un ejército europeo que no comprometa la soberanía nacional.

La falta de una estrategia clara de defensa europea se hace evidente, ya que la UE gastó en 2024 un total de 327.000 millones de euros en defensa, lo que representa un 1,9% de su PIB, frente al 3,7% de Estados Unidos. Sin embargo, el verdadero desafío radica en cómo se gasta ese dinero y en la necesidad de una mayor coordinación entre los países europeos.

A medida que la OTAN planea ser capaz de desplegar 100.000 efectivos en solo diez días en caso de conflicto, la pregunta persiste: ¿puede Europa movilizar sus propias tropas de manera efectiva? Actualmente, Estados Unidos mantiene cerca de 70.000 militares en Europa, lo que subraya la dependencia del continente de la protección estadounidense.

La guerra en Ucrania ha puesto de manifiesto la urgencia de que Europa actúe. La necesidad de un cambio de paradigma es evidente, y aunque algunos líderes militares expresan escepticismo, también reconocen que «algo se está moviendo» en cuanto al gasto en defensa. La percepción de amenaza en Europa, especialmente en el este, está impulsando un cambio que podría ser crucial para el futuro de la seguridad en el continente.

En este contexto, la relación con Estados Unidos se complica. Mientras que Washington demanda un aumento del gasto en defensa por parte de sus aliados europeos, también busca mantener su posición dominante en el mercado de armamento. Esta dualidad plantea un dilema para Europa: ¿debería continuar dependiendo de Estados Unidos para su seguridad o esforzarse por desarrollar una defensa propia más robusta?

La historia reciente de Europa, marcada por la fragmentación militar y la falta de una estrategia común, sugiere que el camino hacia una defensa europea unificada será largo y lleno de obstáculos. Sin embargo, la creciente conciencia de la necesidad de actuar podría ser el primer paso hacia una mayor autonomía y seguridad en el continente.

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