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Las plantas nucleares en Estados Unidos han vivido momentos de gran expectación y, al mismo tiempo, de incertidumbre. A pesar de las expectativas de un renacimiento nuclear, los recientes desarrollos en Georgia y Carolina del Sur han puesto de manifiesto las dificultades inherentes a la construcción de nuevas instalaciones en un sector que ha enfrentado largos periodos de inactividad. La planta Vogtle, en Georgia, ha logrado iniciar la operación de sus nuevos reactores AP1000, pero no sin acumular retrasos significativos y sobrecostos que han puesto en entredicho la viabilidad de proyectos similares en el futuro.
La empresa Westinghouse Electric, que en su momento fue pionera en el diseño de reactores nucleares, se declaró en bancarrota en 2017, lo que se tradujo en un golpe duro para la industria. Esta situación ha dejado una huella en el sector que aún se siente. Sin embargo, con la creciente demanda de energía limpia y fiable, impulsada por la tecnología y la inteligencia artificial, el interés por la energía nuclear comienza a resurgir.
Reactivación del interés nuclear
A medida que las grandes empresas tecnológicas buscan fuentes de energía que puedan satisfacer sus crecientes necesidades, como se ha evidenciado con las inversiones en nuevos reactores nucleares, se vislumbra una oportunidad para la reactivación de proyectos nucleares en EE. UU. La utilidad pública Santee Cooper, en Carolina del Sur, ha comenzado a buscar un comprador para completar la construcción de dos reactores que quedaron parcialmente construidos hace ocho años, en parte debido a la demanda de centros de datos que requieren energía constante y fiable.
Dan Lipman, presidente de sistemas energéticos en Westinghouse, ha manifestado su optimismo respecto a la finalización del proyecto en V.C. Summer, destacando que completar esta instalación es vital y viable. Este renovado interés puede ser visto como una respuesta directa al auge tecnológico y las necesidades energéticas asociadas, reflejando una tendencia que se observa también en Europa, donde la seguridad energética se ha convertido en una prioridad, especialmente en el contexto de la dependencia de los recursos energéticos rusos.
A pesar de los fracasos pasados, la industria nuclear estadounidense ha recibido un nuevo impulso, evidenciado por la reciente reactivación de la planta de Three Mile Island, la cual se espera que vuelva a operar en 2028 tras un acuerdo de compra de energía con Microsoft. Este tipo de movimientos resalta la creciente conexión entre la industria tecnológica y la energía nuclear, lo que podría ser un factor decisivo en la evolución del sector.
A medida que las empresas buscan alternativas sostenibles para satisfacer sus necesidades, la energía nuclear, con su capacidad de proporcionar grandes volúmenes de electricidad de manera constante y limpia, se postula como una opción viable. Sin embargo, el camino hacia la construcción de nuevas plantas nucleares en EE. UU. estará marcado por el escepticismo debido a las experiencias previas, y será crucial aprender de los errores del pasado para evitar repetirlos.
El futuro del sector nuclear en Estados Unidos dependerá de la capacidad de la industria para adaptarse a un entorno en constante cambio y responder a las demandas de un mercado que cada vez valora más la energía limpia y sostenible. La colaboración entre el sector tecnológico y la industria nuclear podría ser la clave para desbloquear un nuevo capítulo en la historia de la energía en el país.