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Los viajeros que planean visitar Bélgica deben reconsiderar sus planes en las próximas semanas, ya que el país se enfrenta a una serie de huelgas programadas que afectarán significativamente el transporte público. A partir del 21 de febrero, se iniciará una huelga general de trenes que se prolongará durante nueve días, hasta el 2 de marzo, lo que ya está causando trastornos en el servicio ferroviario.
La huelga de los ferrocarriles belgas comenzará oficialmente a las 10 de la noche del 21 de febrero y se espera que impacte no solo en los trenes, sino también en otros medios de transporte público, incluyendo autobuses, tranvías y el metro, en ciudades importantes como Bruselas, Amberes y Brujas. La Sociedad Nacional de Ferrocarriles de Bélgica (SNCB) ha comunicado que, aunque lamenta las molestias que esto pueda causar, se implementarán servicios alternativos en función de la disponibilidad del personal.
Contexto de las huelgas en Bélgica
La huelga ferroviaria es solo una parte de un panorama más amplio de descontento social en Bélgica, donde los trabajadores se están manifestando en contra de las políticas del nuevo gobierno de coalición. Recientemente, se estima que cerca de 50,000 personas se congregaron en Bruselas para expresar su oposición a las reformas que consideran perjudiciales para los servicios públicos y el poder adquisitivo. Las manifestaciones, en su mayoría pacíficas, han sido una respuesta a propuestas de recortes en servicios públicos, reformas de pensiones y cambios en la legislación laboral.
Los trabajadores del sector ferroviario han destacado que las principales motivaciones detrás de sus acciones son las reformas de pensiones y los recortes presupuestarios que afectan a la SNCB. Mientras tanto, el líder del partido democristiano flamenco (CD&V) ha calificado las huelgas de «irresponsables», argumentando que perjudican a los trabajadores de sectores menos privilegiados y a las generaciones futuras que dependen de un sistema de pensiones sólido.
En este contexto, las huelgas en Bélgica pueden ser vistas como una manifestación legítima de la lucha por derechos laborales y condiciones de trabajo dignas, algo que resuena con los movimientos de trabajadores en diversas partes del mundo que buscan reivindicaciones frente a políticas económicas que a menudo benefician a unos pocos a expensas de la mayoría. La situación actual en Bélgica refleja un fenómeno más amplio de resistencia a las políticas de austeridad y recortes en el ámbito social, similar a las luchas que han tenido lugar en otros países con contextos políticos diversos, donde la voz de la ciudadanía se ha alzado en defensa de sus derechos.