El Gobierno de los Estados Unidos ha tomado la decisión de controlar de manera más estricta la cobertura periodística de las actividades del presidente Donald Trump. En un movimiento sin precedentes, el equipo de prensa de la Casa Blanca será el encargado de seleccionar qué reporteros tendrán acceso a eventos y viajes presidenciales.
Hasta ahora, la Asociación de Corresponsales de la Casa Blanca (WHCA) había sido la encargada de decidir qué periodistas formaban parte del llamado «pool» de corresponsales, es decir, aquellos que informan en representación de todos los periodistas acreditados desde el Despacho Oval o en los viajes del presidente. Esta asociación, fundada en 1914, agrupa a los periodistas acreditados en la Casa Blanca.
La medida ha generado controversia, ya que se considera que socava la independencia de la prensa en Estados Unidos. El presidente de la WHCA, Eugene Daniels, ha expresado su preocupación al respecto, afirmando que en un país libre, los líderes no deberían tener la capacidad de elegir a su propio cuerpo de prensa.
La decisión del Gobierno de restringir el acceso a determinados medios de comunicación se basa en un conflicto con la agencia de noticias Associated Press (AP). La AP se ha negado a utilizar la denominación propuesta por la Casa Blanca para el Golfo de México, lo que ha provocado que sus reporteros sean excluidos de las actividades presidenciales. Este enfrentamiento ha llevado a la AP y la WHCA a tomar medidas legales.
En medio de este panorama, Donald Trump ha defendido la medida, afirmando que la AP pertenece a la «izquierda radical». Sus declaraciones han desatado críticas y preocupaciones sobre la libertad de prensa en Estados Unidos.
En conclusión, la decisión del Gobierno de controlar la cobertura periodística de manera más directa plantea serias dudas sobre la independencia de la prensa en el país. La disputa con la AP y las repercusiones en la libertad de información son motivo de preocupación tanto a nivel nacional como internacional.
