El pasado domingo, la pareja de águilas calvas, Jackie y Shadow, que habitan en el lago Big Bear, dieron un signo de esperanza tras varios años de decepciones. La organización Friends of Big Bear Valley anunció la confirmación de un «pipping», un término que se refiere al momento en que un polluelo comienza a romper su cáscara, a las 15:09. Este evento ha generado una gran expectación entre los aficionados y los conservacionistas que siguen el día a día de estas aves a través de una webcam que muestra su nido, situado a 44 metros de altura en un pino Jeffrey.
La noticia ha desatado una oleada de emociones entre los seguidores de las águilas, quienes han estado pendientes del proceso de incubación. En redes sociales, algunos expresaron su alegría con comentarios como «¡Lágrimas de felicidad!» y «¡Por favor, que salga pronto, pequeño!». La situación es especialmente significativa tras las tragedias que vivieron en años anteriores, cuando los huevos de Jackie y Shadow fueron devorados por cuervos y las adversas condiciones climáticas impidieron la supervivencia de sus crías.
El ciclo de la vida en las alturas
En 2023, la pareja había sufrido un duro golpe cuando sus tres huevos no lograron eclosionar, en parte debido a los bajos niveles de oxígeno a gran altitud y las severas tormentas de invierno. La bióloga Sandy Steers, directora ejecutiva de Friends of Big Bear Valley, explica que, en condiciones normales, los huevos de águila calva tienen un 50% de probabilidad de eclosionar, y menos del 50% de los polluelos sobreviven su primer año.
Sin embargo, la esperanza renace este año con la sorprendente noticia de que Jackie y Shadow han incubado nuevamente tres huevos. A pesar de que el proceso de eclosión puede tardar más de un día después del primer pipping, la comunidad sigue atenta y optimista. «La naturaleza nos enseña a ser pacientes y a disfrutar del proceso», comenta Steers, recordando que observar a las águilas puede ser una experiencia educativa tanto para jóvenes como para adultos.
La tarde del domingo, más de 8,000 espectadores seguían en tiempo real a la pareja de águilas mientras una de ellas reposaba sobre los huevos, disfrutando del espectáculo natural que se desarrolla en el nido. Este interés por la vida silvestre no solo refleja una creciente preocupación por la conservación de especies, sino que también resalta la necesidad de proteger los ecosistemas en los que estas aves y otros animales dependen para sobrevivir.
