El Banco Central Europeo (BCE) ha decidido recortar las tasas de interés en 25 puntos básicos, situando la tasa de su facilidad de depósito en un 2.5%. Esta medida, que los mercados ya anticipaban, se produce en un contexto de crecimiento económico moderado en la zona euro y refleja una actitud más flexible por parte de la institución.
Christine Lagarde, presidenta del BCE, destacó que esta decisión fue el resultado de un debate sustantivo y que no hubo oposición por parte de los miembros del Consejo de Gobierno, aunque un gobernador se abstuvo. En su declaración, el banco central mencionó que la política monetaria se está volviendo «significativamente menos restrictiva», lo que podría facilitar el acceso al crédito tanto para empresas como para hogares.
Este cambio de tono en relación a las políticas de enero, cuando el BCE describía su enfoque como «restrictivo», ha sido interpretado como una señal de cautela por parte de los responsables de política monetaria. Analistas de Capital Economics y Morgan Stanley sugieren que, aunque se espera más recortes de tasas, también se anticipa una posible pausa en las decisiones futuras.
Proyecciones económicas y tensiones comerciales
El BCE también ha revisado a la baja sus proyecciones de crecimiento económico, previendo un aumento del PIB del 0.9% para 2025, en comparación con expectativas anteriores más optimistas. Esta revisión se justifica por la incertidumbre en el comercio internacional y la inversión, factores que han demostrado ser un desafío constante para la región.
El contexto económico se complica aún más por las amenazas de aranceles por parte de la administración estadounidense, que podrían afectar negativamente las exportaciones de la zona euro. Lagarde subrayó que la escalada de tensiones comerciales podría mermar el crecimiento europeo, afectando tanto a la inversión como a la economía global en su conjunto. La situación se ve agravada por las tensiones geopolíticas, como el conflicto en Ucrania, que persiste como una fuente de incertidumbre para los mercados.
El BCE ha reafirmado que el proceso de desinflación está «bien encaminado», aunque la inflación subyacente sigue siendo un tema delicado. A pesar de que la inflación general se sitúa por debajo del 3%, los responsables de política monetaria son conscientes de que cualquier movimiento en el ámbito de la defensa y el gasto público puede tener repercusiones significativas en la economía europea.
De cara al futuro, Lagarde ha enfatizado la importancia de mantener un enfoque basado en datos para las decisiones monetarias, dejando claro que el BCE no se comprometerá a ninguna acción específica sin una evaluación cuidadosa de la situación económica. Este enfoque pragmático se asemeja al que adoptan algunos gobiernos que, en contextos difíciles, priorizan la estabilidad y la adaptabilidad ante la creciente incertidumbre global.
