
Militantes vinculados al antiguo régimen sirio del derrocado presidente Bashar al Asad han llevado a cabo en la madrugada del viernes una serie de ataques coordinados contra soldados y milicianos del nuevo Gobierno de Damasco en las regiones de Latakia y Tartús. Estas localidades, situadas en la costa mediterránea siria, son predominantemente habitadas por la minoría alauí, de la cual emergió Asad y de la que también procedían muchos de los antiguos oficiales y altos cargos del Ejército sirio antes de la caída del régimen en diciembre.
Desde la caída de Asad, el pasado 8 de diciembre, la situación en el mediterráneo sirio ha estado marcada por la tensión y el miedo ante la consolidación del nuevo Gobierno, liderado por Ahmed Al Sharaa, quien fue el líder de la antigua milicia rebelde Hayat Tahrir al Sham (HTS), conocida anteriormente como la filial de Al Qaeda en Siria. Según testimonios de habitantes de la zona, desde diciembre, numerosos grupos leales a Asad se habían refugiado en las montañas de Latakia y Tartús, llevando a cabo ataques esporádicos contra la población local y las fuerzas de seguridad. Sin embargo, los recientes ataques han sido de una magnitud considerablemente mayor.
Un ataque sin precedentes
Al menos 13 soldados sirios han perdido la vida en varias emboscadas en Latakia, cerca de la localidad de Qardahah, el pueblo natal de los Asad. Medios sirios sugieren que la cifra de muertos podría ser aún más elevada, incluyendo a milicianos abatidos. Tras la primera emboscada, los ataques se han intensificado, lo que ha llevado a Damasco a declarar un toque de queda indefinido en las provincias de Latakia y Tartús, donde se han enviado refuerzos desde la capital.
Fuentes anónimas dentro del Gobierno sirio han indicado que los ataques han sido coordinados a gran escala. Se ha informado que Asad, desde Moscú, ha estado al tanto de los acontecimientos «a través de un país extranjero«. Aunque no se ha especificado cuál es este país, medios iraníes han anunciado la creación de una nueva milicia siria, el Frente Islámico de Resistencia, compuesta por exsoldados del régimen de Asad. Este grupo busca contrarrestar lo que consideran un plan de Israel, Turquía y Estados Unidos para dividir Siria y acabar con la era de resistencia que simboliza Asad.
Los alauís, que durante las cinco décadas de Asad en el poder ocuparon posiciones clave en las fuerzas armadas y participaron en la represión durante la guerra civil siria, ahora temen represalias por parte de los milicianos opositores. A pesar de las promesas del Gobierno de Al Sharaa de combatir estos ataques, la inseguridad persiste en la región, donde los alauís viven con el temor constante de posibles venganzas.