La situación en el frente ucraniano se ha vuelto cada vez más alarmante para las tropas rusas, que enfrentan pérdidas humanas sin precedentes. En la base militar de Ulianovsk, dos aviones de carga aterrizan en la noche del 2 de diciembre de 2024, trayendo consigo un número abrumador de cuerpos de soldados caídos. Según datos del Estado Mayor de Ucrania, las fuerzas rusas han sufrido una media de 1.570 bajas diarias, entre muertos y heridos, en un conflicto que parece no tener fin.
Las imágenes obtenidas y verificadas por El Periódico revelan la magnitud de esta tragedia. Un conductor de ambulancia, visiblemente afectado, expresa su horror ante la llegada de un contingente masivo de fallecidos, señalando que nunca había presenciado una situación tan desoladora. En un hangar, los cuerpos yacen expuestos, mientras un hombre busca a un compañero perdido, maldiciendo a quienes han llevado a su país a esta guerra.
El alto costo de la guerra
El último semestre de 2024 ha sido devastador para las fuerzas rusas, con un total aproximado de 40.000 bajas, según Volodímir Dacenko, exanalista militar de Forbes Ucrania. Este experto ha calculado que en Ucrania, el costo en vidas humanas por cada kilómetro cuadrado ganado es de 10,5, una cifra que solo ha sido superada por el conflicto entre las dos Coreas en los años 50.
La elevada mortandad ha comenzado a generar controversia en Rusia, donde la censura sobre las cifras de bajas es intensa. Recientemente, se ha criticado la entrega de picadoras de carne a las madres de soldados fallecidos en Murmansk, un gesto que ha sido interpretado como una burla hacia la situación de los soldados, a quienes se les considera como «carne de cañón».
Las órdenes de los mandos militares rusos se centran en la idea de «atacar, atacar y atacar», sin importar el costo. Esta estrategia, que ignora el valor de la vida humana, se refleja en el testimonio de soldados que, en condiciones deplorables, son enviados a la batalla. Yevgueni Baletov, un soldado herido, se queja de que su comandante les obliga a participar en ofensivas a pesar de su estado físico. «¿En qué estado vamos a atacar si nos duele todo?», se pregunta, apelando a la intervención de las autoridades.
En algunos casos, la presión ha llevado a rebeliones entre los soldados, quienes se niegan a cumplir órdenes. Sin embargo, la respuesta de los mandos puede ser brutal. En un incidente documentado, varios soldados que intentaron abandonar sus posiciones fueron castigados de manera humillante, lo que refleja la desesperación y el descontento que se vive en el seno de las tropas rusas.
La magnitud de las bajas rusas ha sido documentada por un soldado que filmó cuerpos en avanzado estado de descomposición en la región de Donetsk. Según fuentes de la oposición, la orden de no recoger los cuerpos busca evitar que el gobierno tenga que pagar compensaciones a las familias de los soldados fallecidos. Este enfoque revela la frialdad con la que se maneja la vida de los soldados en el contexto de un conflicto que parece no tener fin.
