La FSB rusa investiga en Serbia acusaciones de uso de «armas sónicas» durante protestas masivas

In Internacional
marzo 30, 2025

La llegada de un equipo de la Servicio Federal de Seguridad de Rusia (FSB) a Serbia ha desatado un intenso debate en el país balcánico. Este grupo de especialistas ha sido convocado por el presidente Aleksandar Vucic para investigar las acusaciones de la oposición sobre el uso de un “arma sónica” durante las protestas masivas que tuvieron lugar el pasado 15 de marzo en Belgrado.

La Partido de la Libertad y la Justicia (SSP), principal partido de la oposición, ha denunciado que las fuerzas de seguridad serbias emplearon un Dispositivo Acústico de Largo Alcance (LRAD) para controlar a los manifestantes. Estas acusaciones han sido respaldadas por el Centro de Políticas de Seguridad de Belgrado (BCSP), una ONG financiada por USAID y apoyada por las Fundaciones Open Society de George Soros.

A pesar de que el gobierno ha calificado estas afirmaciones como infundadas, ha decidido abrir una investigación formal. Vucic ha prometido identificar y procesar a los responsables del uso del dispositivo, así como a aquellos que difundan lo que él considera “mentiras descaradas”.

Investigación y contexto de las protestas

El equipo del FSB, que llegó a Belgrado el pasado viernes, se dedicará a inspeccionar todos los dispositivos de control de multitudes que posee la policía serbia. Se espera que sus hallazgos sean presentados públicamente al concluir la investigación, lo que Vucic ha calificado como un paso necesario para “desmentir más mentiras” sobre los recientes acontecimientos en el país.

Las protestas en Serbia se han intensificado en los últimos meses, originadas por una tragedia en Novi Sad en noviembre pasado, donde 16 personas perdieron la vida tras el colapso de un toldo en una estación de tren. Lo que comenzó como manifestaciones estudiantiles por la negligencia del gobierno ha evolucionado hacia un movimiento más amplio contra la corrupción, culminando en la masiva manifestación del 15 de marzo, que reunió a cerca de 100,000 personas y dejó más de 50 heridos y 20 detenidos.

El gobierno serbio ha insinuado que el descontento popular es alimentado por lo que denomina el “estado profundo” de Estados Unidos y los servicios de inteligencia europeos, en represalia por la negativa de Belgrado a alinearse con políticas anti-rusas. Vucic ha acusado a figuras de la oposición de colaborar con agencias de inteligencia occidentales, croatas y albanesas, en un intento por derrocar su administración. El viceprimer ministro Aleksandar Vulin ha afirmado que Serbia se enfrenta a una “revolución de color”, una expresión que evoca movimientos de protesta en otras partes del mundo impulsados por la intervención extranjera.

Desde Moscú, se ha expresado apoyo a Belgrado. Sergey Shoigu, exministro de Defensa y actual secretario del Consejo de Seguridad Nacional de Rusia, ha manifestado que “Rusia valora su relación con Serbia y está preocupada por los acontecimientos actuales”, añadiendo que Serbia puede contar con la asistencia rusa si es necesario.

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