
En un esfuerzo por mitigar la crisis hídrica que afronta el país, Marruecos ha invertido hasta ahora 728 millones de dólares en un ambicioso proyecto conocido como la «autopista del agua». Este plan busca redirigir el flujo excedente del río Sebou, uno de los más importantes del norte, hacia ciudades del sur como Rabat y Casablanca, que enfrentan serios problemas de abastecimiento.
Este proyecto se ha puesto en marcha en un contexto alarmante: la capital y su área metropolitana estuvieron a punto de quedarse sin agua en 2023, cuando el principal embalse que abastece a la ciudad se secó. La situación ha llevado a las autoridades a considerar este sistema de transferencia de agua como una solución inmediata para asegurar el suministro a más de 12 millones de personas.
Desafíos a Largo Plazo
A pesar de los resultados positivos iniciales del proyecto, que ha suministrado más de 700 millones de metros cúbicos de agua potable desde su inauguración en agosto de 2023, expertos advierten sobre la sostenibilidad a largo plazo de esta solución. La región ha padecido una sequía que ya dura seis años, con precipitaciones que han caído un 75% por debajo de las medias históricas, lo que plantea serias dudas sobre la capacidad de los ríos del norte para seguir generando el excedente necesario.
El ministro de Agua de Marruecos, Nizar Baraka, ha señalado que el 53% de las precipitaciones del país se concentran en solo el 7% de su territorio, es decir, en las montañas del Atlas. Este desequilibrio geográfico en la distribución del agua se ha acentuado con el cambio climático, que podría agravar la situación en el norte, donde se espera que las cuencas de agua sean significativamente más afectadas en las próximas décadas.
Investigadores como Nabil El Mocayd han advertido que lo que hoy se considera un excedente podría transformarse en un déficit en el futuro, lo que obligaría a revisar la viabilidad del proyecto de la «autopista del agua». En este sentido, la presión sobre los recursos hídricos es elevada, no solo por el consumo urbano, sino también por las necesidades de riego en un sector agrícola que emplea a casi un tercio de la población.
Ante este panorama, expertos como Abderrahim Handouf sugieren que, aunque la «autopista del agua» representa una solución efectiva ante la falta de alternativas, también es fundamental invertir en tecnologías de riego más eficientes y en plantas de desalación para garantizar el suministro de agua a las grandes ciudades. La adaptación a un clima cambiante y la búsqueda de fuentes de agua sostenibles serán clave para asegurar el futuro hídrico de Marruecos.