
Recientemente, un análisis de Goldman Sachs ha planteado un cambio de perspectiva en la inversión sostenible, sugiriendo que los fondos de inversión orientados hacia criterios ambientales, sociales y de gobernanza (ESG) deberían reconsiderar su postura respecto a las empresas de petróleo y gas. Esto se produce en un contexto donde los gigantes energéticos europeos han reducido significativamente sus inversiones en energías renovables y han optado por aumentar su gasto en combustibles fósiles, buscando así mejorar los retornos inmediatos para sus accionistas.
La discusión sobre el futuro de las inversiones en el sector energético ha cobrado relevancia a raíz del conflicto en Ucrania, que ha llevado a muchos inversores a replantear sus políticas de defensa y, por extensión, su relación con empresas históricamente excluidas de las carteras sostenibles, como las del sector energético. Michele Della Vigna, responsable de investigación de recursos naturales en EMEA para Goldman Sachs, ha señalado que es tiempo de revisar la postura de los inversores hacia el petróleo y el gas, argumentando que la transición energética será más prolongada de lo que muchos esperan.
Un análisis profundo de la situación energética
Della Vigna sostiene que la demanda de petróleo alcanzará su punto máximo en la década de 2030 y la de gas en la de 2050. Asegura que el desarrollo de nuevos proyectos de petróleo y gas será necesario incluso hasta la década de 2040, lo que plantea la interrogante de por qué los inversores deberían ignorar a estas empresas. En su opinión, estas compañías no solo son fundamentales para el suministro energético actual, sino que también son algunos de los mayores inversores en tecnologías de baja emisión de carbono a nivel global.
Desde esta perspectiva, Della Vigna argumenta que la ausencia de apoyo a las empresas de petróleo y gas podría obstaculizar el avance hacia la transición energética. Este enfoque resuena con la realidad de muchos países en desarrollo, donde la necesidad de energía asequible es crucial para evitar la pobreza energética, un tema que debería ser parte de cualquier marco ESG serio.
La opinión de Della Vigna no es universalmente aceptada. Otros analistas, como Ida Kassa Johannesen de Saxo Bank, han expresado su escepticismo respecto a la inclusión de acciones de petróleo y gas en las carteras ESG, argumentando que los efectos negativos del uso de combustibles fósiles son evidentes y que la comunidad ESG no debería ceder ante un cambio de narrativa impulsado por factores externos, como las crisis geopolíticas. Sin embargo, la necesidad de una energía accesible para todos sigue siendo un tema de vital importancia que debe ser considerado en el debate sobre la sostenibilidad.
A pesar de las advertencias de la Agencia Internacional de la Energía, que indica que no se requieren nuevos proyectos de petróleo y gas para satisfacer la demanda energética global mientras se logra la meta de emisiones netas cero para 2050, el contexto actual muestra que las empresas del sector están adaptándose y invirtiendo en renovables. La discusión sobre cómo integrar estas inversiones en carteras sostenibles es, por lo tanto, no solo relevante, sino también necesaria.