
Poco después del fallecimiento del Papa Francisco el pasado Lunes de Pascua a la edad de 88 años, los titulares de los medios centraron su atención en su papel como líder espiritual global. Sin embargo, su legado cultural, particularmente en el ámbito de las artes, también merece ser destacado. Francisco fue el primer pontífice en visitar la Bienal de Venecia, la exposición de arte contemporáneo más prestigiosa del mundo, y también abrió una galería de arte contemporáneo dentro de la Biblioteca Vaticana. A lo largo de su papado, hizo declaraciones de alto perfil sobre la restitución cultural y subrayó repetidamente el poder de la creatividad para forjar conexiones humanas.
El Papa veía a los artistas, en sus propias palabras, como arquitectos de un futuro mejor, instando a imaginar “ciudades que aún no existen en los mapas: ciudades donde ningún ser humano se considere un extraño”. Su visión sobre el arte estuvo profundamente influenciada por el santo cuyos valores adoptó: San Francisco de Asís, quien a menudo es asociado con la naturaleza, la pobreza y la simplicidad pastoral. Su encíclica de 2015 sobre el cambio climático, *Laudato Si’*, tomó su nombre del *Cántico de las Criaturas* de San Francisco y citó las frescos de Giotto en Asís como fuente de inspiración.
A pesar de sus inclinaciones espirituales, Francisco no mantuvo el arte en un ámbito abstracto. En 2023, devolvió tres fragmentos de las esculturas del Partenón a Grecia, argumentando de manera contundente que “si robas algo, tienes que devolverlo”. Esta restitución se encuadró como una “donación” a la Iglesia Ortodoxa de Grecia y se alineó con sus esfuerzos por profundizar las relaciones ecuménicas. Durante una visita al Partenón en 2021, el Papa expresó su necesidad de pedir perdón a Dios y a los hermanos y hermanas por los errores cometidos por muchos católicos a lo largo de la historia.
Francisco también exaltó el poder del arte y de los propios artistas en la transformación social. Durante su visita a Venecia en 2024, se reunió con mujeres en una prisión de la isla Giudecca, donde se había establecido el Pabellón de la Santa Sede como parte de la Bienal. Algunas de las obras expuestas fueron creadas en colaboración con las internas. En sus declaraciones, Francisco mencionó a artistas como Corita Kent, Frida Kahlo y Louise Bourgeois, reconociendo que tenían “algo importante que enseñarnos” y enfatizando el poder transformador de la creatividad.
La Bienal de ese año, titulada *Extranjeros por todas partes*, se centró particularmente en las voces marginadas. La visita del Papa fue considerada por los organizadores como un “gesto extraordinario de cercanía” y reflejó “la construcción de una cultura de encuentro”. Más allá de la Bienal, Francisco autorizó proyectos de restauración de arte de gran envergadura y continuó con la adquisición de obras contemporáneas, siguiendo una tradición que se remonta a Pablo VI. Las colecciones del Vaticano ahora incluyen obras de artistas como Chagall, Picasso, Dalí y Matisse, junto a interpretaciones bíblicas de artistas más recientes como Studio Azzurro y Richard Long.
En 2023, la National Gallery de Londres organizó la primera exposición en el Reino Unido dedicada a San Francisco de Asís. El Papa envió un mensaje describiendo al santo como “el querido juglar de Dios”. La muestra combinó obras históricas de Botticelli y El Greco con interpretaciones modernas de artistas como Antony Gormley. El director de la galería, Gabriele Finaldi, señalaba que San Francisco atrae tanto a cristianos como a no cristianos, así como a utopistas, revolucionarios, amantes de los animales y aquellos que luchan por causas de solidaridad humana.
No obstante, el mandato cultural de Francisco no estuvo exento de críticas. En 2024, cerca de 50 trabajadores del Museo del Vaticano presentaron una demanda colectiva contra la administración, alegando malas condiciones laborales y prácticas inseguras. La petición describía a los empleados como tratados como “mercancías” y exigía mayor transparencia y protecciones laborales básicas. Este caso sigue en curso, pero ha socavado la imagen del Vaticano como un administrador moral del patrimonio mundial.
La aproximación de Francisco, ya sea vista como sincera o estratégica, ha permitido que el Vaticano entable un nuevo diálogo con el mundo contemporáneo, desde la prisión de Giudecca hasta los pasillos de la National Gallery de Londres.